A MI SOLEDAD.

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El frio comenzaba a recorrer su cuerpo entero, mientras su hijo estaba cómodo y profundamente dormido.

Kuchel se quitó el único chal que tenia para poder abrigar más a su bebé. Su hijo tenía unicamente dos mudas de ropa, pero nada apropiado para el frio del interior del subterraneo.

No le molestaba para nada darle todo lo poco que ella tenía a su hijo, pero a veces deseaba poder tener lo indispensable para el.

Apenas un mes habia pasado del nacimiento del pequeño Levi y Kuchel tenia que volver a trabajar.

María muy amable se encargaba del bebé cuando la madre no podía, y le facilitaba algunas prendas para que las usara de pañal.

El cuerpo de Kuchel lucía igual al que tenía antes del embarazo, lo que hizo que sus clientes no disminuyeran. Aun que el dinero estaba seguro por ese lado, las peticiones de los hombres al saber que era madre, se volvieron exigentes.

Tanto que en ocasiones no quisiera cargar a su bebé por vergüenza, por temor a que el pequeño la juzgara por su olor o sus dolencias.Cosa absurda ya que el pequeño aún no sabía nada del mundo.

Sus senos estaban maltratados por los mordiscos y toqueteos de aquellos enfermos que se atrevian a pedirle amamantarlos, robandole a su hijo parte de su unica comida. Y provocandole a ella un asco enorme que toleraba por la propina que le dejaban al acceder a ese tipo de practicas.

Pero era tal el desagrado que le provocaban los hombres, que vomitaba despues de tener relaciones con ellos y descubrio en ese acto, un escape a su asco.

Vomitar le hizo sentir que arrancaba las caricias y besos de esos animales. Vomitar se volvio en una practica diaria frecuente.

********

Su cliente en turno acababa de salir y Kuchel entró al baño, apenas terminaba su rutina de higiene, cuando María entro llamandola.

-Olimpia, Levi tiene hambre.

-Ven tesoro, mamá ya tomo su baño, es hora de comer.

Los ojos de María no se apartaban de Kuchel, y a esta la hacia sentir nerviosa mientras cargaba y daba de comer a su hijo.

-Debes dejar de vomitar, te dañaras y enfermaras, ¿que será de tu hijo si te enfermas?.

Kuchel se quedo observando al pequeño entre sus brazos, lo veía succionar con ansias para poder sacar la mayor cantidad de leche posible.

Suspirando Kuchel le contesto a María.

-Tienes razón, solo que no lo puedo evitar.

La tristeza se apoderó de la mirada de Kuchel, y eso a María la hacía sentir mal.

Día a día las cosas empeoraron, la delgadez de Kuchel comenzo a cobrar su primera victima, Levi.

El llanto del bebé no paraba, mientras una nerviosa Kuchel caminaba de lado a lado con su hijo en brazos. La desesperación comenzaba a apoderarse de ella, tras largas horas de no poder extraer ni una sola gota de leche para su hijo.

Sin darse cuenta las lagrimas comenzaron a fluir por su palido rostro. No podía más que observar a su hijo, con el rostro completamente rojo por tanto llanto.

De pronto escucho la puerta ser azotada con fuerza, y ante el temor de que fuera Priamo, coloco al pequeño en el catre.

Corrió a abrir la puerta y con sorpresa observo a Priamo visiblemente molesto.

-¡Si no lo callas ahora, juro que me desharé de él!.

Kuchel solo asintió con la cabeza y corrió de regreso con su bebé, inmediatamente lo pegó a su pecho. El bebé comenzo a succionar ansioso, el llanto freno, y Priamo al ver la escena, se dio la vuelta para regresar al burdel.

Desiciones sin arrepentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora