GABRIELE
Permanezco de pie mientras espero. Ha pasado una semana y todavía no me atrevo a sentarme en el lugar que perteneció a mi padre. Se siente raro, como si estuviera invadiendo el lugar de Gael. Sacudo la cabeza. No, este es mi lugar. Me corresponde a mí como hijo de Giovanni.
— Gabriele. — dice mi hermano mayor.
Lo observo detenidamente. Luego la foto de mi padre. No tienen nada que ver el uno con el otro. Mientras que Giovanni era un hombre con un cabello tan oscuro como el mío, Gael es castaño, y sus ojos de un verde oscuro, nada tienen que ver con los nuestros. Increíble. Jodidamente increíble. Ni siquiera es decir que se parezca a Estefanía.
— ¿Por qué estás aquí? — pregunta mi madre con cierto desdén.
Aprieto la mandíbula. Cierro los puños y trato de no perder los papeles. Es una maldita desleal. Si antes sentía desprecio por ella, ahora lo único que siento es odio. Un odio que sé que en cualquier momento explotará y no habrá vuelta atrás.
— No sé quién carajos te crees para ocupar la oficina de papá, lugar que ahora me pertenece. Fuera de aquí, Gabriele. — exige.
No puedo evitarlo. Suelto una carcajada. Sabía de sobra que Gael era un imbécil mimado, pero no llegué a pensar que fuera tan estúpido como para echarme.
— Tú no eres nadie para exigir nada, Gael. — le sonrío con suficiencia. — Soy tu Don, el de tu madre, y el de todos en esta ciudad. Y antes de qué digas nada, mira, Giovanni dejó muy claro su último deseo. Si quieren pueden ver los papeles que trajo el abogado. — dejo la carpeta sobre la mesa.
— Papá jamás te heredaría su puesto. Yo soy el primogénito, es mi derecho. Deja de joderme, Gabriele. — grita y rompe los papeles.
Está en la punta de mi lengua decirle la verdad, pero algo me detiene. Maldita sea. Este stronzo nunca me cayó bien, pero sigue siendo mi medio hermano, no podría hacerle daño. De momento.
— Estefanía, te aconsejo que tranquilices a tu bebé. — digo con sorna. — ¿O lo hago yo?
Sé que con el tono de mi voz, ella sabe que lo sé.
— ¿Mamá, qué está pasando? ¿Por qué mi padre le dejó todo a este figlio di puttana? — reclama con odio.
— Vamos, hijo.
Lo arrastra fuera de la oficina, y como el buen lamebotas que es, sigue a su querida y amada madre. Si tan sólo supiera…
Mi teléfono suena. Mierda, llego exactamente quince minutos tarde a la reunión con Massimo y Angelo. Realmente “reunión” es una manera formal de llamar a nuestras “citas” de todos los viernes. No considero que tenga una familia, ni siquiera sé lo que se siente tener una, pero creo que la relación que tengo con ellos es lo más parecido que tengo a una. Mientras conduzco camino al restaurante, intento recordar algún momento feliz con mis padres, nada. Con mis hermanos tampoco. Gael siempre fue distante conmigo, al igual que yo con él. Digamos que nuestra relación fraternal nunca estuvo destinada a ser. Y con Giulia, bueno, no nos llevábamos mal, pero mis padres la tuvieron cuando yo tenía catorce años. ¿De qué demonios iba a hablar con una niña? Ahora las cosas habían cambiado, y Giulia era mi total responsabilidad. Pasase lo que pasase, Giulia no se movería de mi lado. Salgo del coche y le entrego las llaves al valet. En cuanto entro al restaurante, inclinan la cabeza y me guían a la mesa.— Hola. — digo en cuanto me siento.
— ¿Hola? — Angelo finge estar ofendido.
— ¿Qué quieres, qué les de dos besos?
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GABRIELE
Roman d'amourLes presento a Gabriele Da Rosa... Espero que lo amen tanto como yo... ¡Bienvenidos, amores! ❤️🔥💥