Mi cara ahora mismo era un cuadro.
De verdad, daría lo que fuera por verme al espejo y sacarme una foto en el momento exacto en el que entramos al Club de Striptease.
Habían mujeres, con muy poca ropa, casi desnudas, por no decir que había algunas cuyas partes estaban completamente al aire.
El ambiente era pesado, olía a alcohol, olía a hormonas y a hombres desatados.
Las luces del local eran moradas y rosas, y habían muchas tarimas transparentes con barras de metal hasta el techo donde bailaban mujeres con tacones, brillos y pestañas kilométricas.
Casi me caigo de culo. No estaba preparada para ver algo así, ver a gente semidesnuda me incomodaba tanto que me ponía la piel de gallina.
Armando se asomó sobre su hombro para observarme mientras se adentraba en el local. Una sonrisa ladina apareció en sus labios al verme la cara y lo tomé como un te lo dije.
Tragué duro, e hice el intento de seguir su paso, aunque estaba anonadada con la escena.
Los hombres debajo de las tarimas gritaban cosas obscenas, otros simplemente se sentaban en los sofás con mujeres sobándoles encima, prostitutas probablemente.
Todo un horror, vamos.
Debí haberme quedado con Luciana viendo telenovelas turcas. Quizás debería empezar a hacer más caso a Armando de vez en cuando.
No sé en qué momento le perdí el rastro, supongo que por mi distracción con tantas cosas desagradables.
Pero rápidamente una mujer de cabello negro y lacio se acercó por mi izquierda al verme sola.
—¿Eres nueva?—Preguntó ella.
No pude evitar mirarle las tetas. Joder, es que llevaba una camiseta de rejillas negra y se le veía todo por debajo, y cuando digo que se le veía todo, me refiero a absolutamente todo.
Eran grandes, muy grandes, parecían operadas, o quizás tenía una increíble genética para mantenerse tan firmes.
Quise que la tierra me tragara, ver pechos me incomoda demasiado, lo siento, no sirvo para el topless.
—¿Perdón?—Solté con voz entrecortada.
Ella sonrió, sus dientes eran blancos y rectos, estaba muy maquillada, tanto que estaba segura de que era mucho más joven de lo que aparentaba.
Sus labios llevaban un tono rojo pasión, tenía unas pestañas postizas enormes y la línea del ojo negra casi le daba la vuelta a la cabeza.
Además, tenía muchos piercings, dos en la nariz, muchos en las orejas.
—Que si eres nueva. Te puedo llevar a los vestuarios si quieres.—Yo entreabrí los labios al entender de lo que me estaba hablando y rápidamente negué con la cabeza.
—No, no. He venido con un amigo.—Intenté explicarme.
—Ah, perdóname. Por aquí no vienen muchas mujeres si no es para trabajar.—Dijo ella.
—Lo entiendo, no pasa nada.
—¿Cómo te llamas?—Me preguntó ella unos segundos después, colocando una mano sobre su cadera.
Yo miré a ambos lados, nerviosa y tensa por el lugar en el que estaba.
—Renata.
—Renata, es tu primera vez en un sitio como este, ¿no?—Yo asentí con la cabeza y ella soltó una pequeña carcajada.

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𝐑𝐞𝐧𝐚𝐭𝐚, 𝐜𝐚𝐫𝐢𝐧𝐚 [𝐀𝐫𝐦𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐀𝐫𝐞𝐭𝐚𝐬]
FanfictionRenata Vannicelli, una italiana acostumbrada a su lujosa vida en Italia, se ve obligada a mudarse con su hermano a Colombia después de tres años sin verse. Su vida da un cambio radical cuando se da cuenta de que se había metido en un barrio de crimi...