El precio de una noche © [Corrigiendo]

Capítulo 15

                      15.Deja de chillar

                          
Luka Brown:

Me desperté lentamente, con una sensación de calma y tranquilidad. Al abrir los ojos, me di cuenta de que mi rostro estaba apoyado en los senos de Daena. Me sorprendí un poco al principio, pero luego me sentí envuelto en una sensación de seguridad y protección.

Mientras mi rostro estaba recostado en los pechos, noté algo que no había visto antes. Los senos de Daena eran más grandes de lo que había imaginado. 

Y una sonrisa se dibujó en mis labios, mientras pensaba en la ironía de la situación. 

Ya veo por qué siempre dices que no eres una niña Daena, pero eso no te convierte en alguien mayor. Aunque tengas unos senos grandes, para mí sigues siendo una niña, una niña que se convirtió en mi hermana pequeña cuando saliste del elevador y decidí que te cuidaría con mi vida.

—Ahora eres mi hermana pequeña —susurré con una sonrisa, mientras intentaba alejar mi cabeza de su pecho. Pero Daena no me lo permitió. 

—Daena, suéltame — le dije con una risa, intenando liberarme de su abrazo. Pero ella solo me apretó más fuerte.

[***]

Ya estaba anocheciendo y aún no me podía separar de Daena, cada vez que intentaba que me soltara ella se aferraba más a mí.

—Por favor Daena, suéltame necesito ir al baño —supliqué —. Ya no aguanto más, necesito urgentemente ir al baño.

Pero Daena solo se aferró más a mí, sin mostrar signos de despertar.

—Suéltame, Daena, que necesito ir al baño —empecé a cantar—. Suéltame, suelta a Luka, sueltalooooo Daena, el niño necesita ir al bañoooooo…

—Deja de chillar —susurró adormilada, con una voz suave y soñolienta. Y se dio la vuelta, soltándome finalmente de su abrazo.

—Como usted ordene majestad —dije con una sonrisa, sintiendo un gran alivio al poder liberarme de su agarre. 

Me levanté de la cama y empecé a correr hacia el baño, con una urgencia que ya no podía contener.

Abrí la puerta del baño de golpe y entré sin cerrarla, sabiendo que estábamos solos en el cuarto piso. La única persona presente era Daena, que seguía durmiendo tranquilamente en la habitación.

—Alfin —susurré, bajando la cremallera de mi pantalón y sintiendo un gran alivio al poder aliviar mi necesidad. 

Me apresuré a terminar, lavé mis manos y regresé a la habitación.

Al entrar, vi que Daena seguía durmiendo, con una expresión serena y pacífica en su rostro. Me acerqué a ella y me senté en la cama a su lado, mirándola con una sonrisa. 

Sentí una gran conexión y amor por ella, como si en ese momento, nada más importara que estar allí con ella, cuidándola y protegiéndola mientras dormía.

Mi mirada se detuvo en sus labios suaves, su nariz pequeña y su piel suave. Me sentí abrumado por una sensación de ternura y protección hacia ella. Quería estar allí para siempre, velando por ella y manteniéndola a salvo.

Mi celular empezó a sonar, rompiendo el silencio de la habitación. Lo saqué de mi bolsillo y vi que era Lucas. 

—¿Qué pasa? —respondí, tratando de mantener mi voz baja para no despertar a Daena.

—No pasa nada, solo te llamé para avisar que el tercer piso está desocupado —dijo Lucas—. Así que Daena y tú pueden bajar con calma.