Cap. 1: Otro Día en la Casa Loud.

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Una blanca cabellera se movía sigilosamente por detrás de la meseta de la cocina de aquella casa, por encima de la baldosa de piedra negra y detrás de las cinco sillas que daba una vista hacia la sala principal del hogareño lugar de gran tamaño; y es que la casa debía ser grande para poder alojar adecuadamente a toda la multitud de habitantes que en su interior convivían. La cocina de por sí era grande, además de aquella meseta que ofrecía vistas hacia la televisión, había una gran mesa rectangular en el centro con capacidad para doce asientos, cinco a ambos lados y uno en los extremos más opuestos.

Podía escucharse el sonido de unos murmullos y voces femeninas provenir del piso de arriba y de la propia sala, de hecho la televisión se encontraba encendida en un canal que trasmitía un divertido programa infantil llamado Barney el Dinosaurio, el favorito de uno de los miembros más pequeños de aquella casa y que nunca se perdía un solo episodio durante la mañana cada domingo. Aprovechando que cada una de las mujeres de aquella casa se encontraba en sus propios asuntos y que el padre dormía plácidamente y de manera merecida tras una agotadora noche de trabajo duro en su estudio, el pequeño diablillo de aquella familia aprovecharía para darse algún que otro lujo propio a espaldas del resto.

La niña de blanquecina piel asomaba su furtiva mirada por encima de la meseta, buscaba asegurarse de que no hubiese nadie cerca, mostraba así con mayor detalle su despeinado cabello blanco que colgaba hasta sus hombros. Fue entonces cuando pareció darse cuenta de algo, por lo que rápidamente se escondió por un instante detrás de la meseta, para luego volver a asomarse nuevamente, esta vez observando un poco sorprendida, susurrando comenzó a hablar con una voz más calmada.

-"¿Ah? ¿Quiénes son ustedes? ¿Son nuevos por aquí? Bueno, no importa, casi me dan un susto, creía que había sido descubierta por alguna de mis hermanas."

La joven dirigió su mirada fijamente hacia la televisión que podía verse desde su escondida posición en la cocina, el programa de su hermana menor seguía en trasmisión, sabía que mientras durase nada haría que ella apartase su vista de aquella pantalla de cuarenta pulgadas. Una vista detrás de la meseta rebelaba más a detalle a la pequeña traviesa, su rostro tenía unas cuantas pecas heredadas al parecer de su padre al igual que tan particular color de cabello natural; vestía con una sudadera negra con bordes amarillos en la zona del cuello y las mangas, un pantalón corto de color negro que llegaba hasta un poco más arriba de sus tobillos y calzaba unos cómodos zapatos blancos, esto eran tan suaves que le permitían moverse de manera silenciosa por la casa sin llamar la atención, en especial en el segundo piso donde el suelo de madera tenía algunas tablas que solían rechinar de vez en cuando se caminaba por encima de ellas.

-"Escuchen, necesito que sean lo más silenciosos posibles, ahora mismo tengo una oportunidad de oro y no la pienso desperdiciar por vuestra culpa... Bueno, mi nombre es Lupa Loud, tengo doce años y vivo en esta casa con ocho hermanas, un hermano y con el viejo; ahora mismo el resto de mis hermanas y mi hermano están ocupadas con sus actividades de los domingos, papá está durmiendo para descansar de su trabajo así que quiero aprovechar para tomar algunas galletas de su bote especial y secreto; aunque de secreto no lo es tanto ya que yo descubrí hace poco dónde lo guardaba."

Decía la joven con mucho orgullo de sí misma mientras mostraba una sonrisa pícara y con cierto aire de maldad. Hizo silencio un momento al escuchar un fuerte ruido proveniente del segundo piso, creyó escuchar por un momento la voz de una de sus hermanas mayores quien parecía tener algunos problemas con la bebé de la casa; acto seguido al ver que el escándalo parecía detenerse para regresar a su aparente normalidad, Lupa se arrastró como una astuta serpiente hacia dónde estaba el horno de la cocina, a su lado a nivel del suelo había una meseta con unas cuantas gavetas y unas puertas corredizas; asomó su ojo por el espacio entre el mueble y el horno logrando ver al fondo lo que parecía ser un recipiente mediano con forma de lata.

El Siniestro PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora