[ 𝑩𝒍𝒖𝒊𝒔𝒉 𝑩𝒍𝒂𝒄𝒌 ] 𝕶 || 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐧 𝐀𝐫𝐥𝐞𝐫𝐭 ||

𝟎𝟑

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A pesar de la tenue luz, la espesa amargura natural de la vida ahoga a las personas que no tienen suerte...

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— ¿Ya estas ahí...? — Pregunto incrédula.

— Si, Mike ya me conoce... me dejó pasar — Responde al otro lado de la línea.

—  Eso es... ilegal — Escucho su risa en mi celular — Estoy por llegar.

— Ya voy.

Cuelgo la llamada.
Con movimientos suaves peino los finos cabellos largos de Kris, por las caricias se despierta de su sueño y abre sus ojitos con dificultad, cuando me mira le sonrío de la mejor manera, obviamente mis mejores sonrisas se las dedico a mi hijo.

A pocos metros de mi parada veo el cielo por la ventana abierta y me es inevitable recordar aquel color especial en los orbes del rubio que fue muy amable conmigo. Es tan perfecto que no puede ser real, su buena apariencia, su reconfortante sonrisa única y su actitud servicial y educada... muy bueno para ser verdad.

— Llegamos.

Avisa el conductor, con prisa le entrego el dinero por sus servicios y este lo recibe satisfecho, mientras la puerta a mi lado se abre.

— Hola guapa — Saluda el de cabello claro al tiempo que extiende sus brazos hacia Kris para poder cargarlo y ayudarme a bajar — Vamos, pequeño... ¿Tienes mucho sueño?  — el niño responde con balbuceos nada entendibles.

Por mi parte recojo todas mis pertenencias de los asientos traseros y salgo del coche agradeciendo al conductor.

— ¿Ya comieron? — pregunta Colt, con mi hijo en sus brazos mientras caminamos a la recepción del edificio residencial donde vivo.

— No en realidad...

— ¿Te pasa algo?

— ... Tengo un problema muy grande.

El hombre me da una mueca apenado pero trata de ser empatico por su sonrisa. Al llegar a la recepción del edificio saludé a Mike; el guardia de seguridad, es agradable a pesar de sus actitudes reservadas, siempre se la pasa viendo las cámaras de seguridad, me pregunto que es tan interesante... A metros de la recepción entramos a los elevadores donde Colt sostenía a Kris quién se mantenía sereno y respondía adormilado preguntas del hombre, y yo llevaba el resto de nuestras cosas sin decir ninguna palabra.

— ¿Tienes hambre, pequeño? — Kris asiente.

— Aún tengo tus tostadas... no alcanzó a comerlas.

— Podemos calentarlas, mientras preparamos un batido de coco, ¿Qué te parece?

El niño sonríe cansado y vuelvo a asentir pero esta vez más rápido, se apega a Colt y se deja caer en sus brazos para seguir durmiendo. Cuando el elevador nos llevó a mi piso, salimos de este para caminar hacia mí departamento.

— Bien... ¿Estas cómodo?

Pregunta Colt, cuando se asegura de dejar a Kris en cama, el pelinegro asiente sonriente y me lanza un beso antes de dormir tranquilamente porfin.