Capítulo 8

723 50 5
                                    

Sabrina Moore

Mi mano se cuela entre mis piernas para darme un poco de placer. Las madrugadas aquí son muy frías, por lo que he tomado el hábito de tocarme cuando me despierto, para no incomodar a nadie con mis gemidos.

Intensifico el movimiento de mis dedos sobre mi clítoris, mi cuerpo hierve de fascinante excitación mientras muerdo mi labio inferior para no gritar. Estoy a punto de terminar cuando las luces se encienden y abro los ojos con rapidez.

Es Bianca. Sus mejillas están húmedas y sus ojos cristalinos mientras camina hacia mi cama. Rápidamente saco mi mano de mi ropa interior y limpio la humedad de mis dedos con la sábana. Por suerte, parece no tener idea de lo que estaba haciendo.

—¿Te desperté? —susurra, sentándose en la cama.

—No, no te preocupes, estaba teniendo una pesadilla —miento aún con la voz agitada—. ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?

Sus manos tiemblan mientras se acerca para abrazarme y berrear sobre mi hombro. Le correspondo aún sin saber el motivo de su llanto y la consuelo.

—George dijo que iría a una fiesta de chicos, me prometió que no me iba a fallar de nuevo, pero me acaban de mandar una foto de él besándose con una chica —me explica con la voz entrecortada.

—Que hijo de puta —murmuro molesta.

—No entiendo por qué siempre me hace esto —solloza—. Pensé que esta vez sería diferente.

Si supieras que también estuve detrás de mí.

—Es un idiota, no merece tus lágrimas —digo, acariciando su cabello.

Bianca sigue llorando en mi hombro, y me doy cuenta de lo desesperadamente necesitamos ambas a alguien en nuestras vidas. La soledad y la traición nos han marcado de formas diferentes, pero compartimos el mismo dolor. La abrazo más fuerte, deseando poder ofrecerle un consuelo que, a su vez, también busco para mí misma.

Es mi segunda semana de trabajo y ya pagué el alquiler del departamento de enfrente, pero ahora no sé si podré irme sabiendo que ella tiene el corazón roto y seguro necesitará de alguien que la ayude.

—Yo de verdad confié en él, hice todo lo que me pedía, pero parece que nada valió la pena...

—¿Cuántas veces te ha engañado?

—Dos... bueno, ahora son tres.

—Por Dios, Bian, eres una chica linda y encantadora, ¿cómo puedes aguantar eso?

Bianca tiembla en mis brazos, sus sollozos son desgarradores. El aire se siente pesado, cargado de una tristeza palpable. La habitación, con su iluminación tenue, parece aún más opresiva.

—No lo sé —responde con un susurro quebrado—. Tal vez porque no quiero estar sola, porque tengo miedo de no encontrar a nadie más que me quiera.

El eco de sus palabras resuena en la oscuridad, una confesión dolorosa. Me estremezco, pero no suelto a Bianca, su dolor es tangible, un peso que comparto. Su cuerpo se siente frágil contra el mío, como si pudiera desmoronarse en cualquier momento.

—Pero George no te quiere de verdad si te hace esto. No mereces que te traten así.

Bianca asiente lentamente, sus lágrimas empapando mi hombro. Abrazo a Bianca más fuerte, intentando transmitirle una fortaleza que apenas siento.

—Bianca, tú eres increíble y mereces a alguien que te valore y te respete. No deberías conformarte con menos —continúo.

Ella se aleja un momento de mí y me mira con el ceño fruncido. Sé lo que está a punto de decir, pero rezo para que sea mi imaginación.

ESCLAVA DEL ENGAÑO [EN CORRECCIONES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora