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A tres estados de distancia, en West Leemont, condado de New Paul Jones, se encontraba un joven cantante, tocando una electro acústica al ritmo de The Hollies. La música estaba en sus venas, no tenía miedo de desentonar, y siempre que se llenaba tanto y llegaba al primer coro, soltaba su largo y oscuro cabello para tocar con más pasión y energía. Era un chico alto, de diecisiete años... demasiado desarrollado para su edad. Llevaba ya dos horas y media allí tocando su repertorio clásico, había desarrollado el temor de bajar su mirada y que en el estuche de la guitarra no hubiera los suficientes billetes y monedas para llevar a su casa.

Estaba terminando de cantar Yesterday cuando, al mirar el gran reloj del edificio Blue Shield, se espantó, tomó los billetes y monedas sin contarlos y los metió en la bolsa de su pantalón. Inmediatamente guardó la guitarra en el estuche, se la puso como mochila y corrió.

—¡Mierda mierda mierda! —decía al correr más rápido que una persona normal y con prisa.

Tenía una cita, pero no con una chica: debía llegar al teléfono público que estaba en la 27, frente a Tiny Teens. Estaba a cuatro calles, la cita era a la 1:30 y eran la 1:25. Él sabía que no iba a llegar, pero aun así trató. Al llegar a la 27, un camión lo rozó a centímetros de llevárselo y arrastrarlo casi 20 metros, pero logró llegar a la acera. Desde la esquina se escuchaba el ruidoso teléfono sonando. Un niño curioso, sin nadie cerca supervisando lo que hacía, estaba a punto de tomar el teléfono al estirarse de puntillas, pero lo que agarró fue la pata de un perro que se asustó en el momento, pues el joven adulto lo derribó como si jugaran al football.

—¡Quítate, mocoso atrevido! —le dijo satisfecho, luego confesó en voz baja—: Siempre quise hacer eso.

Tomó el teléfono, hacía un segundo había sonado.

—¿Hola? ¿Hola?

—¿Señor Keaton? —dijo una mujer con un acento extraño y aburrido.

—Si, señora.

—Buenas tardes, mi nombre es la señorita Yaniqua, ¿podría confirmar su nombre completo, por favor?

—Robin Keaton.

—¿Últimos cuatro del seguro social?

—Tres nueve cinco seis.

—¿Dirección completa?

—Ocho seis uno sur, calle dieciséis, apartamento tres tres en West Leemont, New Paul Jones, uno uno dos nueve uno.

—¿Está aplicando por primera vez o es una recertificación?

—Recertificación.

—¿Ha habido algún cambio desde la última recertificación?

—No, señorita, todo está igual.

—¿Envió todos los documentos?

—Si, señorita.

—Lo voy a poner en espera, voy a revisar si están todos los documentos.

—Claro.

Rob esperó por quince minutos, con una música de elevador que comenzaba a enloquecerlo, luego la señorita volvió a la llamada.

—Muchas gracias por la espera, señor Keaton. Estaba revisando los documentos y parece que faltan las colillas de pago del mes de Julio, comprobante de dirección y su certificado de nacimiento.

—Lo que pasa con las colillas de pago es que yo no trabajo, señorita, bueno... trabajo en lo propio y mi madre recibe el SSE del gobierno por su estado de salud —explicó Rob, cruzando sus dedos.

MEDUSA © PróximamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora