Capítulo 2

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El cumpleaños 18 de Elizabeth tuvo un tono extraño para ella, ahora sólo era cosa de semanas antes de que se casara, y aunque no quería una boda grande, se sintió incómoda cuando Dresde se la negó. Simplemente... el tiempo después de su cumpleaños avanzó demasiado rápido.

— Y nos volvemos a ver. —Le dijo Declan, recibiéndola en el altar.

— Sí...—Elizabeth lo miró, y realmente esto era extraño para ella. ‹No es feo›.

— ¿Lista?

— Supongo. —Realmente sólo quería decir que no, pero ya había llegado hasta este punto. ‹Es por mi bien›.

Era una omega. Tenía que ser obediente. Tenía que ser perfecta...

Y aunque la boda siguió la lógica a la que estaba acostumbrada, pues no era la primera boda en la que estaba presente, de alguna forma...

— He aquí, el Dios Sol y la Diosa Luna son testigos de que esta pareja alfa y omega, se unirán en matrimonio. —El sacerdote tomó dos copas y las alzó como representación de que los dioses les habían dado su bendición.

...Esta boda se sintió fría, incluso cuando el sacerdote tomó la copa para que ellos vertieran sus respectivas copas de vino, mezclando este en el cáliz donde la pareja debía tomar el vino como aceptación.

— ¿Serás bueno conmigo...? —Le preguntó la omega mientras veía esa copa roja de vino rojo como la sangre.

— Serás mi esposa, es obvio. —Fue la respuesta de la otra parte.

— Sí...—Aceptó su respuesta, sólo para cerrar los ojos y beber de la copa. ‹La diosa lo está escuchando›. Pensó, dándole la copa a él, quien sin más le dio un sorbo.

— Está suave. —Fue la opinión de Declan.

— Sí. —La respuesta de la novia.

‹No es para que se emborrachen...›. Pensó el sacerdote, siguiendo con lo que quedaba de ceremonia— Que la diosa bendiga su unión y les concedan una descendencia fructífera. —Formalidades tras las cuales siguió el beso.

Y aun cuando Elizabeth cooperó con el beso, al sentir los labios de Declan sobre los suyos, simplemente no experimentó nada más que una ligera sorpresa pues él, consciente de la audiencia, calentó el beso para los espectadores, sujetándola de la cintura para así terminar su acto más apasionado de la ceremonia.

— Mm...

Su primer beso no supo a nada más que vino añejo, pero no hubo chispa ni mariposas en el estómago, dejándole un sentimiento de vacío persistente el resto de la ceremonia. No fue desagradable, pero tampoco fue mágico, sólo... fue.

Aunque el beso se suponía que era lo que mostraba la pasión de los novios, algo en este beso se sintió raro, pero los invitados simplemente lo dejaron pasar, preparándose para lo que habría en el banquete de boda. Y algo que Elizabeth se dio cuenta en este, es que incluso en su boda Declan seguía siendo quisquilloso para la comida.

— ¿Por qué no comes tus verduras?

— Porque no me gustan.

— Raro. —Respondió Elizabeth.

— Acostúmbrate. No me gustan si no están fritas.

— ¿Me he casado con un niño?

— No dirás eso cuando estemos en la cama. —Se le insinuó mientras tomaba más vino.

Idea que claramente le desagradó— ¿Podemos dormir en camas separadas...?

— Imposible, mi padre me matara.

No hay un final felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora