Capítulo 4

220 30 49
                                    

Se sentía mal.

Quizás era porque Declan seguía siendo igual de desgraciado, quizás su puerperio se había alargado por eso, quizás todavía no se recuperaba después de casi morir por una hemorragia. No lo sabía, pero se sentía mal y débil.

Estaban a fines de primavera, pronto sería verano. Quizás había desarrollado un repudio al calor, pero este clima la hacía sentir enferma, o quizás estaba enferma, no lo sabía; lo que sí sabía es que a Alfons esto no le importaba. Incluso si tuviera fiebre o algo por el estilo, a él no le importaba y ella tendría que tocar aún si en sus muñecas estaban las manos marcadas de Declan, quien había sido especialmente violento ayer.

Cuando llegó a tocar ese día, pudo notar la mirada de Alfons sobre ella, una mirada que la hizo sentir más enferma de lo que ya estaba. Él, por su lado, pareció examinar con la mirada los golpes que Declan le dio ayer, unos imposibles de ocultar pues varios habían sido en su rostro, pero él no dijo nada.

— ¿Puedo tomar asiento hoy? —Preguntó con su flauta en manos.

— Sí.

— ¿Qué deseas escuchar hoy? —Le preguntó, a lo que Alfons simplemente bebió más té y le dio una mirada de "no preguntes tonterías"— Declan sabe que Asier no es suyo. —Decidió seguir hablando mientras bajaba la mirada, no quería verlo a la cara, no quería ver aquellos mismos ojos verdes que tanto daño le hacían. Ella sólo quería que la dejaran tranquila, pero sólo recibió golpes de Declan.

— Lo sé.

Era obvio que lo sabía, Declan lo dijo.

— ¿Tienes algo que decir al respecto? —Le preguntó la omega.

Le dio una mirada de reojo— Espero que él no sea una decepción.

— Oh...

Hubo silencio unos momentos, un minuto o dos quizás, cosa que claramente fastidió a Alfons— ¿Qué estás esperando? —Cuestionó, molesto de verla ahí sin hacer nada. No la traía para que se quedara ahí sentada.

— Que sientas algo. —Le reclamó, sintiéndose sofocada— Declan me golpeó, no debía hacerlo. Te parí un hijo, haz algo.

— Te estoy manteniendo a ti, al inútil de tu esposo y a ese niño. —Señaló con molestia. ¿Qué se creía esta mocosa para reclamarle?

— Si hablas de mantener, te recuerdo de qué familia provengo. —Le contestó mientras apretaba la flauta en sus manos— Yo nunca te pedí que me mantuvieras, tampoco te pedí que me violaras y ese niño está en Dresde porque así lo deseaste.

— Entonces, ¿Quieres que lo eche a uno de los orfanatos que manejo? —Propuso con una tranquilidad que puso de los nervios a la joven.

— No, es tu hijo. ¿Cómo puedes pensar en eso? —Tembló ante la idea— Tiene una madre que lo quiere. No puedes. —Se negó de inmediato.

— Puedes hacer más.

Se encogió en su lugar— No... Es mi hijo. —Lo miró con terror en sus ojos.

— Un Hansond más, un Hansond menos, no hace diferencia.

— Pero Asier es un Dresde...

— Hablaba de ti. —Le dio una mirada que le dio escalofríos— ¿Realmente crees que tu padre recibiría a alguien como tú? —Algo en esas palabras...— Ni tu propia madre te ha querido y tus familiares no te han intentado contactar en todo este tiempo, es claro que no les importas.

— Yo... yo...—Dudó mientras se mordía los labios.

— Si desaparecieras en este momento, nadie lo notaría, nadie te extrañaría. Declan se casaría de nuevo y Asier tendría otra madre, no te creas tan importante.

No hay un final felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora