Deliciosa comida de cafetería

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Con dificultad poco a poco fue abriendo sus ojos, le dolía un poco la cabeza y le molestaba la luz artificial de su habitación. Cuando se despertó por completo y se levantó de la cama miro la hora en el reloj digital que estaba sobre la mesa a lado de su cama.

9:45

《Mierda》, la junta era en quince minutos y el apenas estaba despertando. No tenía mucho tiempo para arreglarse, se iría con la ropa de anoche aprovechando que la seguía teniendo puesta. Solo entró al baño a lavarse la cara, los dientes y peinarse. Por último se puso un poco de perfume y salió corriendo de la habitación.
Hubiera usado las escaleras pero tenía el tiempo encima así que uso el elevador.

Para su fortuna su hotel estaba frente al edificio donde serían las reuniones. Corrió sin importarle que fueran a atropellarlo, mucha gente le tocó el claxon para quejarse de que casi provocaba un accidente, pero poco le importo.
Entró al edificio, corriendo buscó la oficina donde sería la reunión (que para su suerte estaba en el primer piso). Logró dar con el lugar justo a tiempo, llegó exactamente a las 9:58, así que si se podía decir que llegó temprano.

Al abrir la puerta vio que los demás ya estaban ahí, todos sentados en la mesa redonda, había papeles en el centro de la mesa, muchos, a simple vista uno podría calcular que eran como cien hojas.
Australia se sentó en la silla que le correspondía, trataba de recuperar el aliento. Los demás lo vieron con cierta preocupación ya que estaba luchando por tomar aire.

ㅡ¿Estás bien?ㅡ preguntó el mexicano.

El australiano simplemente asintió con la cabeza. Tras un minuto pudo recuperarse por completo y dijo: "todo está bien, perdón, no quise preocuparlos".
Los otros estuvieron conformes con esa respuesta y comenzaron con lo correspondiente a la reunión.

Fue un poco aburrido, puro lenguaje de negocios, en esta primera reunión se iniciaron las discusiones sobre la exportación de ciertas frutas y alguno metales. A Australia le costó un poco seguir el ritmo debido al dolor de cabeza con el que había amanecido, ese maldito dolor no se iba.
Fueron tres horas estresantes para nuestro protagonista, pero el estrés no se iba a ir con el fin del encuentro.

ㅡCreo que será suficiente por hoyㅡ dijo Indonesia mientras emparejaba sus documentosㅡ ¿No les gustaría ir a comer algo?

ㅡ¡No!ㅡ el oceánico se había sobresaltado, obviamente esa reacción llamó la atención de los demásㅡ Lo siento, no quería decir "no" tan fuerte. Lo que quise decir es que no tengo hambre, pero ustedes pueden ir.

Y como si el mundo no estuviera de su lado, su estomago hizo ruido indicando que tenía hambre. Era obvio, esos caracoles no lo llenaron anoche y no tuvo tiempo de desayunar en la mañana (y a todo eso se sumaba que durante todo el viaje que hizo para llegar al país anfitrión no comió nada más que un gajo de naranja).

ㅡPues a mi me suena a que si tienes hambreㅡ mencionó Corea del Sur.

ㅡYa sé que es lo que te pasaㅡ dijo el turco, eso tensó un poco al australianoㅡ Eres tímido. Note que anoche no te uniste a la conversación y hoy no quieres estar con nosotros por timidez.

ㅡ¡Sí! ¡Exactamente! Así que mejor comeré algo en mi habitación de hotel.

Abrió la puerta, pero cuando estaba a punto de poner un pie afuera de la habitación, el mexicano lo tomó del hombro.

ㅡLa timidez se quita cuando hay confianza, ven con nosotros, prometo que no seremos tan encimosos.

Quiso volver a negar ir, pero todos lo estaban viendo rogándole ir, sería algo grosero de su parte no acompañarlos. La presión social lo obligó a ceder.
Asintió con la cabeza y sonrió ligeramente para dar a entender que los acompañaría.

Todos salieron del edificio y fueron a una cafetería cercana que no estaba tan llena, se sentaron en la mesa de hasta el fondo. Tuvieron que sacar sus celulares para ver el menú ya que este solo estaba disponible en código QR. Australia no se molestó en sacarlo ya que solo pediría un café; no comería nada pese a ser la una de la tarde.

La camarera se acercó para tomar la orden, cuando ella se retiró Indonesia volteó su mirada al australiano y le preguntó:

ㅡ¿En serio solo tomarás un café?

ㅡSí, nada de lo que venden aquí me gusta.

ㅡCreí que te gustarían las papas con pescadoㅡ mencionó el mexicano.

ㅡDejame adivinar, mi hermano te contó que yo comía mucho papas con pescado.

ㅡSí, así es

En parte eso era verdad. Antes el australiano disfrutaba mucho de aquel sencillo platillo, le encantaba comer esas papas fritas y el pescado cubierto con pan molido, habían semanas donde solo comía eso; pero eso quedó muy en el pasado, ahora le causaba asco ese platillo, además de que sentía nervios al pensar en todo el aceite que se ocupaba para cocinarlo.

Eso sí, admitía que se sentía tentado a volver a comer eso, a fin de cuentas no podía negar que tenía un buen sabor.
《No, has progresado mucho, no lo arruines》se dijo a sí mismo en su mente. Sonrió un poco antes de decir:

ㅡSí, antes me gustaba, pero ya quedó en el pasado, la gente cambia de gustos.

La comida no tardo en llegar. El rubio miro la comida de los demás, se veía bastante bien, era la típica comida que se sentía casera por estar hecha en un negocio pequeño, hecha con cierto toque de amor. Se veía deliciosa, se sintió mal al ver que sus compañeros comerían bien mientras que él solo tomaría una mísera taza pequeña de café sin azúcar.

ㅡ¿Quieres probar?ㅡ el surcoreano acercó su plato hacia el más altoㅡ Son onigiris. No es muy coreano de mi parte comer algo japonés, pero, ¿qué puedo decir? Me gustan

En principió pensó en negarse, pero, olía bastante bien pese a solo ser arroz con una hoja hecha de algas. Tomó uno de los onigiris mientras agradecía a Corea del Sur; dio un pequeño mordisco a este, le gustó el sabor, el siguiente bocado que dio fue más grande que el anterior y cuando se dio cuenta ya se lo había acabado.
Para su suerte parecía ser que ninguno de los presentes se dio cuenta que comió demasiado rápido.

ㅡ¿También quisieras de lo mío?ㅡ ofreció el turcoㅡ Tampoco es algo muy de mi nación, pero, supongo que te gustan las albóndigas.

El hambre estaba manejándolo más que la razón en ese momento, por lo que aceptó comer no solo una, sino tres albóndigas pese a que no era muy fan de la carne molida.

Al final terminó comiendo un poco de cada una de las comidas de sus compañeros. Incluso pidió otra taza de café (esta vez con azúcar), y también se atrevió a pedir postre (un trozo de pastel de chocolate).

Cuando fue consiente de todo lo que había comido, se puso de pie, dejo dinero en la mesa y se retiro del lugar sin dar ninguna explicación, causando preocupación en los demás.

Al final terminó comiendo un poco de cada una de las comidas de sus compañeros. Incluso pidió otra taza de café (esta vez con azúcar), y también se atrevió a pedir postre (un trozo de pastel de chocolate).

Cuando fue consiente de todo lo que había comido, se puso de pie, dejo dinero en la mesa y se retiro del lugar sin dar ninguna explicación, causando preocupación en los demás.

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