Capítulo 4

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Yuto Horigome

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Yuto Horigome.
Los Ángeles, California.
09:23 P.M.


Había pasado toda la tarde con Alyssa, realmente es una chica bastante alegre. Su más grande sueño es cursar la Universidad e irse a otro estado, aunque claro, si tiene la oportunidad se iría a otro país tal vez.
Quiere estudiar medicina o psicología, si soy sincero, pienso que se le da más lo último.

Algo que me extraña es que, a pesar de que se estuviera haciendo tarde, ella no se preocupaba por llegar a su casa, y no lo digo por el tema de la inseguridad, que sí es un tema importante, pero no en esto, sino porque pareciera que no tuviera padres.

Y no lo digo de forma literal, por lo que sé si tiene, pero es extraño. En Japón por lo general los padres son muy estrictos, y viendo a Alyssa me da la impresión de que en América son muy liberales con sus hijos. Aparte de bonita, con padres geniales, mi total envidia hacia ella.

La amiga de la que había hablado Alyssa era la misma chica que me atendió, Amari. Me presenté con ella y resultó ser alguien bastante amable. También era alguien linda, su piel era muy bonita y sus cabellos ondulados le daban el toque.

Ella se sentó con nosotros un rato, habló sobre el trabajo y lo difícil que es atender a las señoras mayores de edad y luego nos habló sobre el evento de Skateboarding. Harían competencias y algunas cosas para convivir.

El novio de Amari era un Skater que parecía estar presente en estos eventos de skateboarding callejeros, al parecer era un tipo algo importante dentro de los patinadores de Los Ángeles.

Acordamos dónde nos veríamos, Amari se fue y Alyssa junto a mí también.

Ahora mismo estaba sentado en el sofá de la sala, veía el techo mientras pensaba cómo saldría de la casa y, aún peor, cómo sacaría el skate del cuarto de mis padres. Eché mi cuerpo hacia atrás, dejando caer mi espalda sobre el sofá. Mis manos se dirigieron hacia mi rostro, tapando mi visión.

Solté un sonido de queja, tendría que ir ahora. Papá aún no llegaba y mi mamá estaba cocinando la cena. Había que ser bastante cauteloso en no hacer ruido. Entrar a la habitación era fácil; encontrar la patineta sin hacer ruido no lo era.

Destape mi cara, con un cierto balanceo me impulsó para así levantarme.

- ¡Mamá, voy a subir a mi habitación! ¡Avísame cuando sea hora de cenar! - Le avisé.

- ¡Está bien! - gritó desde la cocina. Con esas palabras me dispuse a subir hacia la habitación de mis padres, listo para hacer la mayor travesura de mi vida.

Abrí la puerta del cuarto, dejándola abierta para poder salir más rápido. Cuando entre pude ver con facilidad la habitación completa.

Busqué el skate por los lugares más obvios, tenía la esperanza de que ahí estuviera. De repente, como si el universo por fin quisiera ayudarme... No espera, nunca me ayuda, qué miedo.

Lovers Rock ; Yuto Horigome Donde viven las historias. Descúbrelo ahora