Capítulo 2

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Yuto Horigome Los Ángeles, California

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Yuto Horigome
Los Ángeles, California. 8:30 A.M.

Habían pasado alrededor de 4 días desde que nos mudamos a esta casa. Mis padres estaban sumergidos en sus nuevos trabajos, por lo que pasaba la mayor parte del día solo.

La rutina era simple: despertar, desempacar y ordenar. Por las noches, me limitaba a cenar y acostarme temprano, dispuesto a dormir plácidamente para seguir con la rutina al día siguiente.

Estar en esta casa me hacía sentir agobiado, a pesar de estar solo durante el día. Quería hacer algo más, algo que no fuera mover y acomodar cajas con montones de cosas.

La música del televisor resonaba en mis oídos mientras comía cereal. Las melodías me salvaban de caer en pensamientos negativos.
Mis ojos miraban con determinación cada punto del tazón, mi mano jugaba con la cuchara, provocando que la leche hiciera olas y moviera los cereales.
En este momento, me siento como cuando me levanto y, por alguna razón, me quedo estático mirando un punto fijo de la habitación por un par de minutos, como si esa parte fuera la más entretenida de todas, captando por completo mi atención, aun si es solo una pared. 

Mi mente y mi cuerpo se sentían en realidades diferentes. 

Sacudí mi cabeza, sacándome de ese trance mañanero. Seguí comiendo mi cereal sin apresurarme, pero evitando volver a darme un viaje mental. 

Al terminar, lave los platos sucios, comenzando de nuevo la rutina. Caminé hacia la sala de estar, donde estaban la mayoría de cajas repletas de artículos aleatorios. 

Me senté cerca de una pila de cajas abriéndolas para revisar su contenido y así ver en dónde ubicarlas. Abrir cajas para acomodarlas en otras cajas con los mismos artículos para después subirlas al ático era mi cima del entrenamiento desde que llegué aquí. 

Comúnmente en las cajas había fotografías, ropa vieja y juguetes de mi infancia. Mi madre se negó a dejar estas cosas en Tokio, se aferró a sus recuerdos con cada uno de los artículos. 

No es de sorprenderse que si no le hizo cuando debía de hacerlo, mucho menos lo haría cuando tendría que alejarse por completo del lugar donde cultivó esos recuerdos. Lo que sí es de sorprenderse es que fueran tantos artículos. 

Cuando hacía esto, el tiempo transcurría de manera rápida; es eso o me distraigo con el contenido de las cajas. 

De igual forma, el reloj apuntaba al mediodía, mi cuerpo y mi estómago me estaban pidiendo que me diera un descanso para comer.
Me levanté del suelo para luego girar con cierta brusquedad mi cuerpo, haciendo que mi espalda tronase por la posición en la que me encontraba. Después de un par de estiramientos regresé al área de cocina para prepararme un par de sándwiches, sin autopresumirme, pero me quedan fantásticos. 

El acomodar cajas me está dejando un poco loco, a este punto comenzaré a hablar con mi reflejo. Necesito salir y tocar pasto. 

Las últimas veces que salí fueron cuando llegamos a esta casa y cuando fui al parque. Tomando en cuenta que aproximadamente llevamos en Estados Unidos unas 3 semanas, justifica mi declive mental de hablar conmigo mismo. 

Lovers Rock ; Yuto Horigome Donde viven las historias. Descúbrelo ahora