Capítulo 3

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—¿Cómo estuvo esa fiesta, Ford?

Pines apenas pudo dormir esa noche y Fiddleford había llegado a visitarlo muy temprano, esa era una mala combinación. La falta de descanso algunas veces lo ponía de mal humor, y en ese caso todo era por culpa del príncipe.

Stanford no pudo dejar de pensar en él casi toda la noche: en su voz, su físico, todo de él en general. Ese primer encuentro despertó una llama de curiosidad dentro del científico, como si algo de Bill lo hubiese dejado hipnotizado desde la primera mirada que se dedicaron.

Ah, cierto, fueron los ojos dorados de Cipher lo que había tenido ese efecto en Ford.

—No voy a decir nada del rey, pero conocí a un príncipe que quiere ayudarnos con la investigación. Dijo que va a financiar todo a cambio de que me ayudemos con un proyecto de su familia.

Y entonces, el recuerdo de Bill besando su mano volvió a la mente del de seis dedos, causando que se comenzara a poner rojo, casi como un tomate.

McGucket ignoró la extraña reacción de su mejor amigo y pensó por unos segundos lo que le había dicho.

—¿Aceptaste la oferta?—Preguntó con total ilusión.

—Le dije que lo iba a pensar—Fiddleford iba a protestar, pero Stanford siguió hablando—Sabes que los de la realeza no me dan buena espina, Fidd. Pero él…fue amable conmigo y no parecía tener malas intenciones.

—¿Entonces qué estás esperando, Ford? Hay que aprovechar las oportunidades de la vida—Dijo, con un aire de reflexión.

Justo en ese instante, alguien tocó la puerta varias veces. Pines se levantó del sofá y abrió la puerta, encontrándose con un mensajero.

—Aquí tengo una carta para Stanford Pines.

El hombre le dio el sobre dorado al científico, quien le agradeció con sinceridad y después cerró la puerta. Mientras caminaba de nuevo hacia el sofá, abrió el sobre para poder sacar la carta.

Lo primero que llamó su atención, fue la letra: una letra cursiva casi perfecta, todo estaba escrito con una pluma fina, Ford pudo notar todos los detalles.

Stanford Pines.

¡Hola otra vez! Soy Bill. El Rey Noroeste me dio tu dirección para enviarte esta carta, no pienses nada extraño.

Espero que te encuentres bien. Quería preguntarte si ya tienes una respuesta respecto a mi propuesta de ayer, de lo contrario mañana me iré del pueblo y no sé cuando volveré, tal vez nunca.

Estaré atento a tu respuesta.

—Príncipe Bill (solo Bill para ti).

Stanford guardó la carta en el sobre y se perdió en el mar de sus pensamientos intrusivos y que le hacían reflexionar, ¿era realmente una buena idea aceptar la ayuda de Bill?

Bueno, la noche anterior confirmó que no le agradaba al rey Noroeste y en cualquier momento podía dejar de financiar sus proyectos, no era algo estable. En cambio, Cipher parecía estar más de su lado y él también tenía algo que le hacía diferentes a los demás. Añadiendo que era la única persona de la realeza que había tratado bien a Stanford, este pensó que podía creer en él.

Finalmente, decidió aceptar la propuesta.

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El Reino de la traición [BillFord]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora