Capítulo 4

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Dos días habían pasado y Ford no había recibido ninguna señal de vida por parte del príncipe, lo que le hizo creer que el rubio se arrepintió de la propuesta y que ya se había ido de la ciudad. Bueno, no lo necesitaba y, de todos modos, tenía que trabajar en el portal del triángulo, de seguro eso no era un trabajo muy sencillo.

Solo que en esos dos días el científico tampoco había tenido ninguna aparición del triángulo en sus sueños. La diferencia era que él confiaba más en una figura geométrica que sólo aparecía en sus sueños que en un príncipe de carne y hueso que no le hizo sentir que no pertenecía a la sociedad. Era raro, debería confiar más en una persona, pero a Stanford le encantaba lo extraño, así que tenía sentido para él.

Pines se levantó del sofá cuando escuchó dos toques en la puerta, de seguro era Fiddleford con unas bolsas llenas de comida que él había preparado, era un talento oculto que solo Ford era digno de conocer, sin embargo, el científico se sorprendió al ver a un guardia del castillo vestido de negro, con una expresión de tristeza adornando su rostro.

—Buenos días, señor Pines. He venido a comunicarle de parte de la familia Real que el rey Preston Noroeste falleció en la madrugada. El funeral es esta tarde y es necesaria su presencia. Que tenga un buen día.

Así de rápido como llegó, así de rápido se fue, dejando al científico impresionado, sin palabras. No podía creerlo.

Pocos días atrás el rey estaba con un estado de salud perfecto, el día anterior incluso había dado un anuncio público a todo el pueblo, anunciando que se iría de viaje una semana con la reina y que el príncipe quedaría a cargo, pero parecía ser que iba a quedar a cargo de por vida desde ese momento.

Dejando de lado eso, lo segundo que pensó Stanford fue en su investigación. Si el rey apenas lo apoyaba, su hijo no lo iba a hacer, de eso estaba seguro, y aún le faltaban muchas cosas por hacer.

Eso estuvo rondando por su mente todo el día, incluso cuando se estaba bañando y preparando para asistir al funeral. Tal vez no le había agradado al rey y este lo miró mal más de una vez, pero le ayudó bastante financiando su investigación, así que lo mejor era ir al funeral en señal de agradecimiento, además de que el guardia le dijo que su presencia era necesaria.

Por alguna razón, Stanford sentía que esa muerte no era algo natural, sino algo de otro mundo.

Ford aprendió de la última experiencia que tuvo en la fiesta en el castillo y casi todo el tiempo del funeral llevaba sus manos en los bolsillos de su pantalón negro y estaba un poco alejado de la multitud

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Ford aprendió de la última experiencia que tuvo en la fiesta en el castillo y casi todo el tiempo del funeral llevaba sus manos en los bolsillos de su pantalón negro y estaba un poco alejado de la multitud. La mayoría de los que estaban ahí eran de otros reinos y había unos cuantos policías y trabajadores de negocios importantes. A los Noroeste no les importaban las personas que no eran de alto rango, por lo que el resto del pueblo eran simples personas para ellos.

—Pensé que no ibas a venir, Stanford.

Bill Cipher sonrió y extendió su mano cubierta con un guante negro a Ford, quien no lo pensó dos veces antes de aceptar el saludo.

El Reino de la traición [BillFord]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora