Mi vida ha estado llena de vergüenza. No recuerdo si quiera haber vivido una buena infancia; todos los días en mi niñez habían sido una mierda, soportando las peleas entre mis padres cada que mi padre llegaba borracho a la casa, observar como golpeaba a mi madre hasta dejarla inconsciente en el suelo.
Cuándo ella murió, todo el mundo se vino abajo, mi vida ahora estaba completamente jodida sin ella.
Ella, mi madre, siempre había sido mi única amiga, la única persona en quién pude confíar, y, cuando ella partió de este mundo, yo, volví a estar completamente solo; me sentí tan traicionado. ¿Por qué me había abandonado? ¿Por qué me había dejado con ese asqueroso hombre? ¿Por qué no pudo arrastrarme con ella y curar mi sufrimiento? Siempre eran preguntas constantes en mi mente al anochecer.
Odiaba estar aquí, odiaba verlo a él cada día, recordar la forma en que él acabó con la vida de mi amada madre, verlo llegar borracho a casa de nuevo y saber que terminaría descargando toda su ira en mí.
Yo odiaba vivir, odiaba seguir respirando el oxígeno de este patético mundo.
5:02. Desperté, últimamente me había costado más conciliar el sueño, terminaba durmiendo a más de las 3:00 AM, despertando una hora después o con suerte tres.
Carajo, hoy era el primer día de mi vida en primero de preparatoria, lo único que quería era que ese maldito chico de cabellos anaranjados y ojos azules no estuviera por cuarta vez en el mismo curso que yo.
Aproveché el hecho de haber despertado dos horas antes de la escuela; me dirigí al baño, desnudandome frente al espejo antes de meterme en la regadera, dejando que el agua tibia cayera por todo mi cuerpo desnudo. Ya eran las 6:05 cuando ya estaba listo, bajé las escaleras que daban con la planta baja con cuidado en un intento de no despertar a aquel hombre que seguramente había llegado a horas altas de la madrugada, quedándose dormido en el sofá después de haberse alcoholizado tanto.
Seguí con mi paso silencioso y tranquilo hasta la cocina, dándome cuenta de que mis deducciones eran acertivas, aquel hombre yacia en el sofá, completamente dormido.
Preparé algo para desayunar rápido, odiaba desayunar tan temprano, pero no quería terminar desmayandome en plena clase cómo hace un par de años.
Salí de mi casa en silencio, dirigiendome a la parada del autobús cerca de mi casa a un paso lento. En cuánto llegué a la parada del autobús que me recogía todos los días, solo pasaron unos cinco minutos antes de que el autobús se estacionara frente mío.
Subí al transporte, está vez iba más lleno de personas de lo habitual, supongo que era por los chicos de nuevo ingreso. Tomé el asiento que estaba al lado de la ventana, colocando mi mochila sobre mi regazo, observando la vista de la ciudad adornada con algo de neblina y un poco de nieve cayendo.
El autobús se detuvo en una de las paradas. Un grupo de alrededor de 4-5 chicos subieron al autobús, sus voces estruendosas captaron mi atención. Era jodidamente molesto que no se molestaran en siquiera guardar un poco de silencio o si quiera nivelar el tono de su voz.
Pude notar a la distancia una cabellera de un color jengibre. Carajo, solo esperaba que no fuera quién pensaba.
Pronto ese mismo grupo se acercó a los asientos traseros, buscando algunos lugares para poder sentarse. Oh, vaya mierda. Aquella cabellera de color jengibre no era nadie menos que quién pensaba. Nakahara Chuuya.
Aquel chico de estatura baja se quedó al lado del asiento vacío a mi lado, lastimosamente el último vacío. Parecía estar pensando si en tomar el lugar o ir de pie mejor.
Optó por la segunda, no tomó el lugar vacío a mi lado, y, eso fue un gran alivio para mí.
Nakahara nunca me había agradado, no tenía nada en contra suyo, pero, a veces era un tanto... Molesto, siempre tan enojón y pesimista, odiaba esa parte de él. La palabra "odioso" lo definía completamente en todos los sentidos, era cómo si él le tuviera odio a la vida, incluyendo a todas las personas que estuvieran implicadas en ella. Aquel chico era un completo idiota.
Por fortuna, el sentimiento era mutuo. Yo sabía perfectamente que él también me odiaba, aunque ni siquiera hablé alguna vez con él, pero me alegraba el hecho de que el sentimiento de odio que yo tenía hacia él, él también lo tuviera hacia mi.
El autobús finalmente se detuvo en la parada correspondiente, las puertas se abrieron, indicando que ya podíamos abandonar el autobús. Me puse de pie del asiento, colgué mi mochila sobre mi hombro y avancé a la puerta más cercana. Baje el primer escalón de el autobús cuándo alguna persona detrás mío me empujó, me agarré del hombro de la persona frente mío en un intento de no caer, pero fue una mala idea, una terrible idea.
Terminé arrastrando conmigo a la persona frente mío, cayendo al suelo sobre aquella persona. Mierda. Nakahara. Había caído sobre Nakahara, ahora estábamos a una distancia desagradable, podía observar sus patéticos ojos y cualquier estúpido detalle en su fastidiosa cara. No podía ser peor.
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LA SOMBRA DE LO QUE FUE | Soukoku
Fiksi PenggemarOsamu Dazai y Nakahara Chuuya, rivales desde la infancia, comparten un amor secreto que ocultan bajo una fachada de rivalidad. Saben que revelar sus sentimientos sería peligroso y complicado, tanto para ellos como para los que los rodean.