XI

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Narrador desconocido.

A medida que el futuro rey de la mafia es nombrado, mi mirada se dirige hacia él de forma inmediata. Lo he admirado desde que éramos muy pequeños, su carácter diabólico y violentamente imponente me fascina. Puedo decir que lo conozco a profundidad, pues nuestros rasgos y comportamiento se complementan, como dos caras de una misma moneda. No obstante, el lamento que no compartamos el mismo anhelo de unirnos en un vínculo conjunto, pero mi admiración por él continúa intacta.

Con total certeza, sé que él no tendrá más elección que aceptar mi posición junto a él, puesto que soy la única digna de estar a su lado.

Las únicas imágenes que pasan por mi mente son las de mí misma a su lado, como su reina y pareja. Sé con muchas certeza que seremos dos poderosos monarcas, reinando juntos y compartiendo el dominio de la mafia.

Me siento dispuesta a luchar y morir por él. Haría cualquier cosa para estar a su lado y defenderlo ante cualquier adversidad. Mi devoción y lealtad hacia su persona se extiende más allá de cualquier límite, y estoy dispuesta a sacrificarlo todo por él.

Solo nosotros dos contra el mundo entero, y si no soy la que reinará junto a él, nadie más lo hará. Me niego a ver a otra mujer tomando mi lugar y ocupando el papel que me corresponde por derecho propio. Él es mi destino y yo soy el suyo.

Dentro de semanas, sé que él me escogerá como su esposa y dama. Lo único que necesito es ser paciente y confiar en que todo sucederá a su debido tiempo. Estoy segura de que él también me ansía tanto como yo a él, y eventualmente, nos uniremos en matrimonio y seremos los líderes imparables.

No habrá obstáculos ni oposición en nuestro camino, pues un hombre como él necesita a su lado a una mujer tan mala como yo. Juntos, seremos imparables e invencibles, como un equipo de malvados que se complementa a la perfección.

—¡Por favor, ruego piedad! —exclamó el enemigo con voz temblorosa, arrodillado y con las manos juntas suplicando clemencia. Pero no hubo rastro de misericordia en los ojos de mi amado, y en vez de liberarlo, nos reímos con sorna de su absurda petición.

El enemigo estaba al tanto de su destino y aún así suplicaba piedad, pero mi amado solo lo miraba con una sonrisa burlona mientras agarraba el cuchillo. Era obvio que no tendríamos un ápice de compasión para él y que su súplica solo nos divertía más.

En un movimiento rápido pero brutal, mi amado hundió el cuchillo en el enemigo y, un instante después, extrajo su corazón y lo colocó en una bandeja. Después se restregó la sangre del adversario en los pies, dejando clara la total falta de sentimentalismo hacia el oponente caído.

La escena me excita, pues me llena de emoción y anticipación al ver el poder y dominio de mi amado. Solo puedo pensar en que pronto seré la reina y viviré experiencias parecidas a esta, llenas de adrenalina y fuerza, a su lado.

—Damas y caballeros, ¡preséntense ante nuestro magnífico nuevo rey! —proclamó su madre con un orgullo patente en su voz. Todos los presentes, incluyendo yo, nos inclinamos ante él, haciendo gala del respeto y sumisión que merecía por su recién asumido cargo.

Nos levantamos y aplaudimos con gran entusiasmo mientras le colocan una Corona ancestral, un símbolo de poder que ha pasado de generación en generación en su familia y ahora recae sobre él. La emoción y orgullo llenan el ambiente, pues se trata de un momento histórico y lleno de orgullo para su linaje.

Desde pequeña, siempre lo vi a él destinado para este cargo, pues sus logros y cualidades excepcionales lo han llevado hasta donde está ahora. Su padre, sin importar cuánto trabajó y luchó, nunca pudo obtenerlo, pero él, con su tenacidad y astucia, se ha convertido en el nuevo y poderoso líder.

—Muchas gracias, me siento muy feliz de poder asumir el cargo y dirigir los seis poderes de la mafia. Voy a trabajar duro para mantener la paz y el orden en todo el territorio, y así cumplir con mi responsabilidad con orgullo y determinación.

Mientras todos aplauden y una melodía llena de felicidad inunda el salón, Observo cómo él se aleja del salón y todos comienzan a bailar y disfrutar del ambiente festivo. se retira discretamente hacia fuera, y yo veo mi oportunidad para seguirle. Sin pensarlo dos veces, me muevo con cautela hacia el mismo lugar por donde salió, manteniendo una distancia discreta pero manteniendo mi mirada puesta en él.

Al acercarme a la habitación en la que él ha entrado, me encuentro de frente con su hermana que a bloquea mi paso, cruzando los brazos y mirándome con una expresión sombría y severa.

—¿Que haces aquí? —Ella me habla con desprecio y desdén, como si no compartiéramos algún tipo de conexión sanguínea.

Ella nunca me ha caído bien, y solo espero con ansias el día en que su hermano me convierta en reina para finalmente poder destruirla sin contemplaciones.

—Solo quería felicitarlo. —digo, manteniendo mi tono educado y respetuoso.

A pesar de que no puedo evitar sentir antipatía hacia esta viciosa, sé que no puedo permitir que se convierta en una enemiga en este momento ya que podría arruinar mis planes. Por consiguiente, debo esforzarme por ser amable con ella, aunque sea de manera forzada, pues sé que es necesario para avanzar hacia mi meta final.

—Puedes hacerlo cuando él salga. —dice en un tono tajante y luego da un paso hacia adelante, cerrando aún más la distancia entre nosotras. —Ahora, lárgate. —Añade en tono imperativo.

Sigo las instrucciones de esta mocosa y me doy la vuelta sin decir una palabra, pues sé que cualquier intento de réplica solo empeoraría la situación. Siento que sus ojos me siguen mientras me alejo de ella, y cómo me taladran la espalda con su mirada intensa.

A medida que me alejo de ahí, mi mente está llena de pensamientos vengativos y violentos. Me imagino cómo haré que ella pague por sus acciones, y cómo se arrodillará ante mí cuando por fin tenga la oportunidad. He matado a esta zorra millones de veces en mi mente, pero no en la realidad, lo que hace que mi venganza sea aún más satisfactoria cuando finalmente tenga la oportunidad de hacerla sufrir en la vida real.

Al salir al jardín, me veo inmediatamente rodeada por la noche fría. Observo cómo mi madre se apresura hacia mí con agitación, corriendo como si estuviera preocupada por algo. Siento cómo se me eriza la piel debido a la temperatura, pero en este momento mis pensamientos están dominados por el enojo, lo que me impide prestarle atención a la noche helada en torno a nosotros.

—¿Paso algo? —pregunto con preocupación, notando su apariencia muy agitada.

Mi madre respira profundamente, como si estuviera esforzándose por recuperar el aliento después de correr.

—He escuchado rumores de que vas a ser la Reyna. —susurra, con un tono de voz lleno de emoción ante la posibilidad.

Mi rostro se ilumina ante las palabras de mi mamá. Sé que tengo más seré la futura reina, pues he estado en el ojo de él desde nuestra infancia. La felicidad me llena por dentro al pensar en eso de finalmente tener el poder en mis manos.

—¿Qué más has escuchado? —pregunto con entusiasmo, esperando que continue.

—Al parecer, ha ordenado remodelar la mansión de su abuelo desde hace semanas. —comenta mi mamá con una sonrisa en su rostro. Sé perfectamente lo que esto quiere decir.

Aprovechando la noche, me doy la vuelta para contemplar la luna que resplandece en lo alto. El tiempo parece caminar a un ritmo agonizantemente lento, y sé que solo me queda ser paciente y esperar mi momento, pues sé que la llegada de mis sueños está cerca.

—Cuando llegue ese momento, nadie podrá detenerme. Junto a mi amado, gobernaré y seré consciente de que mis sueños se han convertido en realidad. —murmuro para mí misma con una sonrisa de determinación. Los pensamientos de poder y de conseguir lo que quiero, llenan mi mente y me impulsan a seguir adelante.

—Lo serás, cariño, lo serás. —Sus palabras se sienten como un recordatorio de que mis anhelos y sueños están más cerca de hacerse realidad de lo que creo.

Claro que lo seré.

Laila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora