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Llegamos a la casa de Max al anochecer. La mansión es imponente, mucho más grande de lo que recordaba, pero también más fría, más vacía. Max, con su siempre impecable sentido de organización, no pierde tiempo y llama de inmediato para contratar personal que nos asista en lo que necesitemos. Mientras tanto, Eloïse, con su inocente dulzura, me pregunta:

—Mami, ¿mañana saldremos con papá?

Le sonrío, aunque mi corazón está en un torbellino de emociones.

—Sí, mi amor. Mañana saldremos.

Eloïse, satisfecha con mi respuesta, se acurruca a mi lado.

—¿Todavía quieres a papá? —su vocecita penetra mis pensamientos como una aguja en el alma.

Mi respuesta sale en un susurro, cargada de la confusión que me ha envuelto desde que todo esto comenzó.

—No lo sé, cariño.

—Está bien, mami —responde ella, abrazándome con esa pureza que solo los niños poseen. La abrazo también, deseando poder protegerla de la tormenta que se avecina.

Después de un rato, veo que Eloïse se ha quedado dormida en el sofá, su pequeño cuerpo cubierto con una manta. Es tan inocente, tan ajena al caos que nos rodea. Max se acerca y me observa, su mirada oscura pero llena de determinación.

—Nuestra boda tiene que continuar —me dice con esa voz grave que, por un instante, me hace olvidar todo lo que he descubierto.

Asiento, como si mis pensamientos fueran un barco sin timón a la deriva.

—Así será... —respondo, casi como si fuera una sentencia.

Max recoge a Eloïse en sus brazos con cuidado y la lleva a una de las tantas habitaciones de la casa. Lo observo mientras la acuesta en la cama, con una ternura que no esperaba. Cierro los ojos, tratando de ordenar las piezas de este rompecabezas que no encajan, pero cuando los abro de nuevo, la incertidumbre sigue ahí, persistente.

Me siento en el sofá, Max a mi lado. Al poco tiempo, se queda dormido, su respiración profunda llenando el silencio de la habitación. Yo, sin embargo, no puedo dormir. Mi mente está llena de preguntas, de imágenes borrosas que intento aclarar sin éxito.

De repente, un sonido suave rompe el silencio: el teléfono de Eloïse. Lo tomo en mis manos, dudando por un segundo si debo leerlo. Pero la curiosidad, esa vieja amiga peligrosa, me vence. Es un mensaje de Charles.

*"Cariño, muéstrale esto a mamá."*

Mi corazón se detiene un momento mientras abro el archivo adjunto. Es un PDF. Empiezo a leer, y lo que veo me deja sin aliento. Es una investigación completa, meticulosa, con fotos de anuario y documentos que demuestran una verdad que me golpea como un puñetazo en el estómago: Max siempre fue el friki de la clase, el chico invisible, el que estaba obsesionado conmigo desde que éramos niños. Todo este tiempo, lo había olvidado, o más bien, lo habían borrado de mi memoria.

Las imágenes, las notas, todo está ahí. Max, con su mirada tímida y siempre al margen, observándome desde lejos. Y ahora, aquí estamos, a punto de casarnos, con una familia que él mismo ha construido a su alrededor, como si todo esto fuera parte de un plan cuidadosamente diseñado para poseerme, para tener la vida que siempre soñó, sin importar los medios.

Cierro el PDF, mi mano temblando. Mi mente gira, confusa, intentando procesar lo que acabo de descubrir. Me vuelvo hacia Max, que sigue durmiendo profundamente, ajeno a mi descubrimiento. Por un momento, siento la urgencia de despertarlo, de confrontarlo, pero algo en mí me detiene. ¿Qué haré con esta verdad? ¿Cómo enfrentar a un hombre que, desde el principio, solo me ha querido para él, a cualquier precio?

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⏰ Última actualización: Sep 20 ⏰

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Mine. - Max Verstappen Y Charles Leclerc-+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora