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—¿Sarah? Oh, Dios mío... ¿qué carajos ha hecho esa cosa con ella? —exclamó Dalil, su voz temblando de horror e incredulidad.

—Lo siento, pero está muerta — murmuró Bach con una expresión que parecía esconder un millón de sentimientos contradictorios.

Dalil se derrumbó en el suelo, cubriéndose la cabeza con las manos y repitiendo "no, no, no" como si tratara de borrar la terrible realidad, cosa que era imposible.

—Es duro de aceptar, pero debemos asumir que hay un peligro real y letal ahí afuera, y debemos estar preparados — Sugirió Bach con una voz firme y resoluta. Me impresiona la serenidad de Bach, su capacidad para mantener la calma en medio de éste horror es verdaderamente admirable. Es evidente que ha enfrentado situaciones que lo han obligado a desarrollar esta fortaleza interior, a cultivar una tranquilidad que lo sostiene incluso en los momentos más turbulentos.

Intenté sacudir la cabeza para deshacerme de las visiones de horror que se habían grabado en mi mente, pero la voz de la hormiga seguía resonando en mis oídos.

— ¿Alguien ha visto a Alex? —preguntó Bach, y de repente me di cuenta de que había olvidado por completo al chico Rockero que había estado con nosotros momentos antes de llegar aquí.

De repente, la enredadera que cubría el orificio de la cabina se agitó y Alex emergió de la oscuridad, como si hubiera estado esperando el momento perfecto para reaparecer.

—¿Dónde mierda estabas? —Dalil se levantó y lo sacudió con fuerza, su rostro contorsionado de rabia, terror y alivio.

—Fui a hacer mis necesidades y cuando regresé, no podía encontrarlos por ningún lado — explicó Alex con una mirada de confusión y preocupación. Dalil lo soltó y sacudió la cabeza, y Alex miró la sangre que había en la ventana.

—Ese bicho se comió a Sarah, y también habló — le dice Bach, y Alex abrió mucho los ojos.

—Maldición, no debí haberme alejado de ustedes, debí haber estado aquí para matar a ese espécimen — Alex se recriminó con una mirada de autodesprecio y desesperación, luego le dió un golpe duro a un trozo de pared metálica.

Segundos después volvimos sumergimos en un silencio sepulcral, tratando de procesar la magnitud de lo que habíamos presenciado. Esto es épico, una locura absoluta, fuerte y aterradora al mismo tiempo.

—Somos presa fácil, y francamente, prefiero ser comida por un T-Rex que ser devorada por una hormiga mutante. — dije con una risa amarga. —O por un Velociraptor.

Los chicos me miraron con una mezcla de asombro y confusión, y yo desvié la mirada, incómoda con la atención. Pero realmente me sentía como Lex Murphy, la niña asustada de la primera película de Jurassic Park, perdida y vulnerable en un mundo de terror prehistórico pero con criaturas totalmente diferentes.

—No podemos quedarnos atrapados aquí para siempre —  dijo Bach con firmeza. —Tenemos que salir, conseguir una señal en él radio-teléfono y enviar un SOS para que nos saquen de este infierno.

—Vale sí.

—Esa cosa debe haberse ido totalmente saciada — dice Dalil. — Debemos ser cautelosos, o el próximo en ir a caer a su estómago podría ser uno de nosotros porque tarde o temprano volverá.

— Bien, ese no quiero ser yo. —dice Alex, negando con la cabeza con un movimiento brusco y desesperado.

—Continuemos por el mismo sendero, estoy segura de que la cima está a poca distancia. — Propuse con confianza, y todos asintieron.

Salimos de la cabina, esforzándonos por no mirar la sangre de Sarah que manchaba la ventana, y quién sabe qué otras horribles pruebas quedaban detrás. No tengo idea de qué excusa vamos a darles a los demás si logramos regresar al campamento, pero si les contamos la verdad, el pánico que se desatará será incontrolable.

El Misterio De La Isla CursedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora