Alva
Mis brazos sangran cada vez más al pasar entre los árboles, mis pies se desgarran en contra del áspero suelo; pero no puedo detenerme, solo sé que si él me alcanza estaré perdida.
Corro con todas mis fuerzas; logro oír las olas chocando contra la costa, me falta poco para llegar a la playa y no puedo evitar que las lágrimas bajen por mi rostro y que la opresión en mi pecho desaparezca; sin poder evitarlo, caigo de golpe al suelo, las raíces de los árboles se enredan en mis piernas y me llevan de vuelta al fondo del espeso bosque que estaba dejando atrás. Mis lágrimas empañan mi mirada, solo puedo escuchar el eco de su risa burlona.
"¿Será posible que solo esté jugando conmigo?", me pregunto mientras lucho desesperadamente por liberarme de estas ataduras.
El tranquilo murmullo de la isla se rompe con mis gritos desgarradores. Mi cuerpo tiembla incontrolablemente mientras mi voz se apaga, dejando solo jadeos entrecortados en busca de aire por la exuberante presión que ejercen las raíces sobre mi cuerpo.
"¿Así de fácil moriré?", pienso con amargura.
—No Kathari, todavía no es tu momento—susurra una voz ronca en alguna parte del lugar.
Muevo la cabeza en todas las direcciones buscando al dueño de esa enigmática voz, pero solo logro herirme el cuello por la fuerza de las raíces que han tomado control sobre mi cuerpo; cierro los ojos en busca de un poco de calma, hasta que percibo una presencia demasiado ominosa como para ignorarla, al abrir los ojos solo puedo vislumbrar un par de botas y un pantalón verde militar; no quiero alzar la mirada, pero no puedo evitarlo; todavía un poco embriagada por el dolor al que es sometido mi cuerpo, veo a un chico, es joven y alto, su aspecto desaliñado no es tan llamativo como lo son sus ojos, unas esmeraldas verdes que brillan a pesar de la penumbra que invade al bosque; esas piedras preciosas se regocijan al ver mi aspecto desastroso y el dolor llenando las facciones de mi rostro.
El hermoso chico que está ante mí se inclina hasta que su rostro llega a la altura del mío, no dice nada, simplemente se queda allí observando con atención mi rostro mientras que una sonrisa macabra se extiende por su cara. Lloro mientras que las raíces se apartan y el extraño me recoge entre sus brazos, no puedo sentir nada más que terror puro correr por mi sangre cuando lo noto alzar vuelo; intento liberarme, pero lo único que consigo es que aferre todavía más el agarre sobre mi cuerpo.
Al estar tan alto me impresiono con el hermoso paisaje que ofrece el lugar, toda sensación de libertad que pudiera llegar a sentir es arrebata por el chico que me lleva entre sus brazos al darme cuenta de que estamos en el mar y dejamos la isla atrás. Bajo la mirada atenta al movimiento del agua, cuando entre las olas diviso a mujeres con cola que intentan llegar a nosotros; siento la piel de mi cuerpo erizarse por completo, lágrimas empañan mi mirada y el latir de mi corazón retumba en mis oídos; comienzo a temblar al sentir el pecho del extraño chico vibrar por una risa demasiado tenue pero tétrica.
—Por favor, no me hagas daño —no puedo evitar sollozar implorando piedad.
—¿Acaso no quieres conocer a tus nuevas amigas?, creo que se llevarán muy bien —me responde el chico entretenido con mi sufrimiento.
—Por favor, haré lo que sea, solo no me sueltes.
—No lo haré Kathari, puedes estar segura de eso; no morirás sin ayudarme antes.
—No soy a quien tú buscas, ese no es mi nombre —logro expresar con la voz entrecortada.
El chico que mantenía una expresión de gozo cambia totalmente al fruncir el ceño y mirarme con odio.
—Eres exactamente a quien busco, solo que todavía no es el momento —murmura más para sí mismo que para mí.
—Creo que te buscaré más adelante pequeña. Cuando la luna se tiña del azul más cristalino del mundo y seas amada, ahí te arrebataré todo; hasta entonces, disfruta del baño con tus nuevas amigas —susurra en mi oído para después soltarme de golpe.
Un grito ensordecedor es bramado por mi cuerpo, caigo al agua donde todas esas pirañas se aferran a mi cuerpo desgarrándolo por completo; despierto exaltada con mis mejillas empapadas en lágrimas, el sudor baña a mi cuerpo y mis sollozos son contenidos por la almohada.
—Uno, dos, tres, cuatro, cinco, uno, dos, tres, cuatro, cinco —inhalo y exhalo mientras me abrazo.
Sigo sin entender el significado de ese sueño. Todo es tan confuso. Solo recuerdo esos ojos verdes, brillantes como esmeraldas.
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Cuando los sueños se adueñan de la mente (Peter Pan y tú)
RandomAlva huyendo de su pasado, llega a Storybrooke donde forma su vida perfecta, pero no se dejen engañar ávidos lectores, no todo es lo que parece, menos cuando un hermoso chico de ojos esmeraldas vive en tus sueños.