Alva
—Vamos Alva, se te hará tarde —me regaña Henry mientras me fulminaba con la mirada.
—Que ya voy te he dicho —le gruño mientras dejo los restos de la taza en la cocina.
—¡Muévete! La abuela de Ruby no te perdonará otro retraso —insiste mientras golpea el suelo con sus pies.
—¿Y si nos teletransportamos? —bromeo, aunque sería interesante intentarlo.
—Ni lo sueñes. Si mis madres se enteran de esto, estaremos fritos —dice mirando a la nada.
No puedo evitar recordar el pequeño incidente de hace un momento, quien diría que una pequeña discusión desataría el descontrol de algo que está dentro de mí. Realmente no lo recuerdo bien, solo sé que de un momento a otro mi taza favorita estaba en el suelo hecha pedazos junto a Henry, quien tenía un corte en su mejilla.
—¿Cómo hiciste eso? —pregunta en voz baja, su mirada fija en mí.
—No sé de qué hablas —evado, sintiéndome acorralada.
—No te hagas. Nunca te había visto hacer algo así. En seis años nunca me habías lanzado una taza con magia.
—¿Por qué piensas que fui yo?, pudiste haberlo hecho tú, eres el hijo de la salvadora, la magia recorre tus venas.
—La magia se siente Alva, sé que tú la sentiste en ti.
—No entiendo nada de esto —digo al borde del colapso.
—Me empiezo a arrepentir de haberte contado todo.
Hace un momento Henry me soltó toda la verdad, su madre Regina, la maldición, Emma siendo la salvadora, Mary siendo Blancanieves y el señor Gold siendo su abuelo y El Oscuro. No termino de procesar cómo no me di cuenta antes, todos los detalles estaban ahí, solo que yo elegí ignorarlos.
—¿Alva qué carajos pasó por tu cabeza en ese momento?, ¿sentiste la necesidad de hacerme daño? —pregunta mientras se aleja de mí.
—No quiero hablar de eso, Mills.
—¡Claro que quieres hablar de eso! Quiero saber cómo demonios pudiste hacer algo así si se supone que eres nadie, solo una simple chica que llegó al pueblo por accidente —espeta, caminando de un lado a otro.
—Henry... —intento calmarlo.
—¡¿Qué?! —grita, girándose hacia mí.
Al ver mis lágrimas, su expresión se suaviza y me abraza con fuerza. —Lo siento, lo siento. Nunca quise...
—Está bien —lo interrumpo
Toma mi mano, invitándome a caminar junto a él. Al llegar al café, veo a mi jefa junto con Emma y Killian, Henry aprieta mi mano antes de soltarla y va directamente a su mesa, mientras yo me escabullo al vestuario.
Allí tomo mi tiempo para cambiar mi atuendo por el uniforme de la cafetería, es increíble cuentas veces tocó cambiarlo porque me quedaba pequeño, ahora sigo usando el mismo después de un año. Reviso mi locker vacío, solo tiene unas cuantas fotos de Henry y de mí; como quisiera volver a los momentos donde solo éramos dos amigos —él solo un crush platónico para mí— ahora nuestra amistad está por dar un paso más y no me siento preparada para eso. Amo a Henry, los pocos años que me lleva no parecen existir, él es perfecto, y ese es el problema, es demasiado bueno.
Mi yo de trece años estaría desbordando de felicidad por estar con Henry, pero ahora veo a Henry como el príncipe de un cuento de hadas que busca a una princesa a la cual salvar para tener su final feliz. Yo no encajo en esa ecuación, no soy la princesa que él necesita y no quiero serlo; todos parecen esperar que estos dos mejores amigos formalicen la relación y vayan directo a su final feliz, pero no es lo que quiero, no es lo que mi alma necesita; estoy muy agradecida con todos aquí, sé que mi llegada era totalmente imprevista e innecesaria, pero pasó, y todo había ido demasiado bien, hasta hace unos meses.
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Cuando los sueños se adueñan de la mente (Peter Pan y tú)
RandomAlva huyendo de su pasado, llega a Storybrooke donde forma su vida perfecta, pero no se dejen engañar ávidos lectores, no todo es lo que parece, menos cuando un hermoso chico de ojos esmeraldas vive en tus sueños.