6- El Niño

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(t/n) regresó a la mesa con un mapa, frunciendo el ceño mientras sus dientes atrapaban su labio inferior.

—¿Cerca del pueblo? Es puro bosque. Al menos que a los espíritus le gusten raptar a gente y llevarlos al bosque, eso tendría sentido.

Bartolomeo rió un poco.

—Novatos.

La chica sintió sus mejillas enrojecerse y frunció el ceño nuevamente.

—¿Qué se supone que no estoy viendo?

—¿Tomas un mapa creado el año pasado y esperas que te diga sobre la localización de algo que pasó hace años? — le molestó él, haciéndola suspirar y rodar los ojos.

—No hay otros mapas más antiguos aquí.

—El gobierno nos oculta cosas. — bromeó él, usando un tono dramático. —Obviamente si los artículos de tu mamá estaban ocultos, un mapa que nos muestre algo que no debe también lo estará.

—Preferiría no regresar a ese cuarto.

—No tendrás que hacerlo.

Bartolomeo sacó un papel de los bolsillos de su abrigo y lo abrió, dejando ver un mapa que claramente parecía más antiguo.

Comparando el viejo con el reciente, habían obvios cambios.

—¿Dónde conseguiste ésto?

—Lo robé hace unas semanas.

Ella suspiró y continuó analizando el mapa.

Había un pequeño pueblo, casi como una aldea, no se encontraba lejos del pueblo principal donde vivían el cual era diez o tal vez veinte veces más grande.

—Debe haber algo ahí. — susurró ella, lo suficiente para que el varón le escuchara. —¡Debemos ir!

La joven se levantó de su asiento, rápidamente guardando las cosas hasta que Bartolomeo le tomó del brazo con tanta suavidad que sintió su corazón saltar.

—Calma. Si algo he aprendido sobre lo paranormal y lo que tenga conexión con espíritus, es que no tienes que obsesionarte. — avisó Bartolomeo. —Les das más acceso a ti, logran meterse en tu mente, ahí es donde más tienen acceso a ti y juegan contigo.

Su agarre cambió a una suave caricia sobre su brazo.

—S-Supongo que tienes razón. — balbuceó como una tonta y desvió la mirada.

—¿Qué tal si nos relajamos un poco? Vamos a por un café.

Bartolomeo se maldijo a sí mismo, sonando tan tonto. El café era algo básico como una primera cita, la forma en la que la había invitado también había sido estúpida. Era un idiota. Se notaba lo virgen que era a lo lejos.

—Suena bien, sí.

Verla sonreír calmó los mares de emociones en su mente, no era fanático de sonreír tanto, pero cuando estaba con ella era casi imposible no hacerlo.

Salieron de la librería e hicieron su camino a una cafetería, ambos en silencio como solían hacerlo de vez en cuando. A él le encantaba, aunque debía admitir que le gustaba cuando ella hablaba.

Sin embargo su atención cambió cuando pudo ver una tienda con la mercancía de un creador de contenido que amaba.

—¡No lo puedo creer! ¡Es Luffy-senpai! — se acercó a la tienda, sin entrar en ella y viendo desde lejos. —¿Lo conoces?

—Uh, no, ¿quien es?

—Un chico que sube videos a OneTube, es asombroso y super divertido, me encanta verlo, aunque es muy joven se hizo popular muy rápido. — explicó Bartolomeo.

La emoción en su voz le parecía adorable, le gustaba estar aprendiendo y conociendo más de él, no esperaba que un tipo tan raro fuese fanático de alguien en específico.

Un susurro le hizo salir de sus pensamientos, había sido algo tan bajo que no fue capaz de escucharlo. Vio a su alrededor, confusa.

—Ayuda.

Pudo escucharlo claro, no lo estaba imaginando. Era un niño, podía oír sus llantos.

Entre la gente, finalmente fue capaz de ver al pequeño, sus ropas estaban sucias y algunas prendas rotas, su cabello estaba húmedo y era oscuro. Caminaba, alejándose de ella y todos parecían ignorarle.

Su corazón se apretó un poco y se acercó al niño, ocultaba su rostro con sus manos mientras continuaba llorando.

—¿Estás perdido, pequeño? — le preguntó una vez estuvo a su lado.

Sus llantos se hacían más intensos.

—Quiero a mi mami.

Las palabras hicieron que ella se sintiera identificada, extrañaba a su mamá y no podía imaginar como el menor se sentía, tan joven y perdido.

—Te ayudaré a buscar a tu mami, ¿sí? Ven conmigo.

Le habló con gentileza, sonriendo un poco, esperando que el niño alzara la mirada y se sintiese más tranquilo.

Sus llantos aumentaban de volumen, tanto que (t/n) era incapaz de escuchar lo que sucedía a su alrededor.

Se sintió más calmada una vez el niño dejó sus brazos caer. Pero su alivio desapareció de inmediato al ver su rostro.

No tenía ojos. Agua salía de su boca medio abierta, al igual que gritos que eran intolerables. Su piel estaba arrugada como una pasa.

Sus manos, palmas arrugadas al igual que su rostro, se agarraron fuertemente a su cuerpo.

Fue cuando (t/n) notó que se encontraba en medio de la carretera y un coche se dirigía a ella con rapidez.

Era incapaz de moverse debido al menor que la sostenía, juraba que sintió su vida pasar a través de sus ojos por un segundo.

En un abrir y cerrar de ojos, fue empujada por alguien que le hizo moverse a un lado y terminó cayendo contra el pavimento, lastimando sus brazos.

—¿Qué carajo, (t/n)? — escuchó la voz de Bartolomeo contra su oído.

Él se encontraba en el suelo a su lado también, mientras la gente alrededor les observaba con confusión y otros con sorpresa.

Ignoraba el ardor en sus brazos debido a los raspones en éstos, su corazón latía tan rápido y con su mirada buscaba al pequeño.

—B-Barto.

—¿Estás bien, (t/n)? — preguntó él, preocupado.

Ni siquiera se había dado cuenta del temblor en su cuerpo, en su interior, se encontraba aterrorizada.

—Había... había un niño ahí.

Su voz comenzaba a quebrarse.

Bartolomeo se puso de pie y ayudó a la fémina a hacer lo mismo, le daba una mirada molesta a cualquiera que se le quedaba viendo por un largo rato.

—(t/n), no había ningún niño ahí.




CONTINUARÁ...

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⏰ Última actualización: Oct 08 ⏰

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Abre Los Ojos (Bartolomeo x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora