4.

479 59 4
                                    

El primer día de clases siempre es traumático, o al menos siempre lo ha sido para Juanjo. Este año, en particular, lo era aún más.

Toda la ansiedad que había acumulado durante las semanas previas al inicio comenzaba a hacerse sentir. Seguramente tener amigos con quienes desahogarse lo ayudaba, pero nada podría quitarle la etiqueta de "evento traumático" al día de comienzo de clases.

El reloj marcaba las siete de la mañana; su primera clase sería en menos de dos horas, y solo pensarlo lo ponía de los nervios.

"No pueden esperar que un chico de veinte años soporte toda esta ansiedad," exclamó sin hablar a nadie en particular, la cocina estaba vacía.

"¡Dramático!"

Martin. El fantasma asomaba la cabeza desde el techo sobre la mesa del comedor, y miraba a Juanjo con una expresión divertida. El humano aún no se acostumbraba a la manera inesperada en que el chico se aparecía cada vez.

Lo miró rodando los ojos. "Fácil para ti, ¡no tienes que ir a la universidad!"

"Pero me gustaría."

Había bajado y se había sentado en la encimera de la cocina, con una mirada algo triste. Juanjo decidió intentar animarlo: "¿Qué te gustaría estudiar?"

El más pequeño lo miró con aire complacido y se detuvo a reflexionar un momento, con una mano en la barbilla.

"Algo que tenga que ver con el espectáculo. Mi mamá me llevaba al teatro a veces cuando había luna llena."

La luna llena. Esta historia de que los fantasmas podían asumir forma humana y salir solo el día de la luna llena lo ponía triste. Martin se merecía estudiar lo que le gustaba.

"Yo puedo llevarte, al teatro, quiero decir."

Martin sonrió, mirando al suelo. Ese chico humano le resultaba cada día más interesante. Decidió no darle la victoria, quería ver hasta dónde podía llegar.

"No pareces el tipo de persona que iría al teatro," dijo con una sonrisa burlona dibujada en el rostro.

Juanjo respondió rápidamente: "No, pero tú sí."

Esa afirmación fue suficiente para silenciarlos a ambos, Martin no sabía cómo interpretarla y el otro chico tampoco, había sido una frase impulsiva.

El silencio cayó, Juanjo sorbía su café mientras leía los valores nutricionales en un paquete de galletas, y Martin jugaba con una cuchara que había encontrado en la encimera.

Ambos alzaron la mirada al mismo tiempo.

"El 23."

"¿Perdón?"

"La luna llena. Este mes es el 23."

Juanjo asintió, ¿por qué se lo estaba diciendo? ¿Realmente quería pasar su único día al mes como humano con él?

"¿Ya sabes qué quieres hacer?" Vaya respuesta de mierda. No se le podría haber ocurrido algo más idiota, y la mirada de Martin parecía decepcionada.

Felicidades, Juanjo Bona, acabas de ganarte el premio por ser el mayor idiota.

El fantasma respondió arrastrando un poco las palabras: "No lo sé, tengo tiempo para pensarlo mientras estás en clase."

Parecía casi ofendido, ¿por tan poco?

"Hablando de clase, tengo que irme."

En realidad, podría haberse quedado otra hora y media, pero no quería enfrentarse a un fantasma enfadado. Mientras se levantaba de la silla, el más pequeño dijo: "Pero todavía tienes una hora..."

Luna Llena || Juanjo y MartinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora