XIX

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Capitulo Diecinueve.

   PASARON VARIOS minutos en los que recorrieron largos pasillos con aires tenebrosos, hasta que finalmente frenaron ante una puerta de color gris, la cuál tenía la pintura machacada debido a sus años de antigüedad

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   PASARON VARIOS minutos en los que recorrieron largos pasillos con aires tenebrosos, hasta que finalmente frenaron ante una puerta de color gris, la cuál tenía la pintura machacada debido a sus años de antigüedad.

  Dió un leve brinco hacia el frente cuando sintió el hombro de Morrigan empujándola con brusquedad para colocarse adelante.
  El joven elfo de abundantes rulos los seguía de cerca, manteniendo una distancia con la humana como si ésta fuera a contagiarlo de alguna enfermedad dañina.

— Pasa— espetó Morrigan, apurando el paso lento de Bella.

  Luego de oír un estruendoso chirrido metálico escapar de aquella puerta, oyó cómo el mayor la cerraba con fuerza, haciendo que Bella se estremeciera en el lugar.

— ¿Y bien? ¿Hicieron que hable?

  La voz de Morrigan generó que Bella dejara de observar las paredes viejas, el suelo sucio y el techo polvoriento y lleno de telarañas, para centrar su vista al frente y abrir su boca con asombro.

  Ella sabía lo que vería al entrar por esa puerta, pero jamás creyó que aquello fuera tan sorpresivo.

  Los ojos de ella se posaron en su rostro.
  Bella hubiera jurado que sintió un golpe mental en el momento en que aquellas dos esferas grisáceas se posaron sobre ella, como una tonada distante; Charlotte estaba tirada en el medio de la sala, sobre el suelo y sujetada por los extremos de sus brazos por grandes e indestructibles cadenas en forma de esposas. Parecía tener complicaciones con su respiración, bajando y subiendo su pecho simultáneamente cuando el escaso aire lograba entrar en ella.

  La elfina aparentaba haber corrido una maratón hacía pocos segundos, temblando levemente en el lugar y sudando a más no poder.

— Aún no.— espetó una rubia de espaldas a ellos.

  Jane Volturi no se detuvo a voltear y ver a los recién llegados, en cambio mantenía sus ojos rojos en aquella elfina. Fue corto el tiempo que pasó luego de lo dicho por la vampiresa para que Charlotte Evans soltara un estridente alarido de dolor, removiendose en el polvoriento suelo.

  Bella alzó las cejas asombrada, no tanto por la capacidad del poder de la rubia, sino más bien por ver a aquella mujer bajo el mandato de alguien más. La guerrera más importante que tenía la Guardia Principal estaba siendo ahora la elfina más débil.
  Isabella se maravillaba al notar el gran cambio, ahora ella se sentía poderosa, con la capacidad para derrotar de una vez por todas a todo quién se atreviera a ponerse en su camino; Charlotte Evans había sido aquella y Bella no podía estar más feliz de ver uno de sus cometidos al fin cumplidos.

°THE BOY IS MINE°   ||   Edward Cullen. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora