O2;; Desiderium Et Tentatio

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Estaba allí.

Parado frente a la puerta de aquella habitación, indeciso de si tocar la puerta o no.

Luego de una tarde entera entre libros y enseñanzas, la noche había caído y junto a ello las monjas y demás personal eclesiástico se encontraban descansando en sus habitaciones, lo que significaba que la invitación del Omega seguía en pie.

¿Tenía una respuesta? ¡Por supuesto que la tenía! Pero parecía reconocer las dobles intenciones del menor, así que no quería apresurarse.

El Alfa suspiró en la oscuridad del pasillo.

Reconocía que la habitación de Alastor estaba un poco más alejada que el resto de lo que recordaba, estando más cerca de la puerta que daba al patio del convento.

Y hablando del convento, se había colado en este cuando nadie se dio cuenta, por lo que seguía usando su habitual "uniforme" que constaba en una camisa negra de mangas cortas y pantalones a juego.

Extendió su mano hasta la puerta y sus nudillos chocaron tres veces sobre la madera en un llamado.

Solo esperaba no arrepentirse de esto...

—Vaya, ¿Qué hace aquí, padre?

La voz del pelirrojo lo sacó de onda momentáneamente, girándose con nerviosismo para comprobar que si, en efecto, se trataba del novicio, que vestido con un holgado camisón blanco que le llegaba a las rodillas, dejando al descubierto el resto de sus delgadas piernas vestidas apenas por unas medias blancas, sosteniendo entre sus manos su cepillo dental.

Tal parece que se estaba arreglando para ir a dormir.

Su cabello rojizo se encontraba ligeramente desordenado y en su expresión se podía jurar que había un mínimo rastro de sorpresa, aunque no podía asegurar mucho, pues esa sonrisa que siempre lo acompañaba era algo que lo volvía un completo misterio.

Sacudió la cabeza levemente, dejando de caer en detalles como esos y centrar únicamente su vista a los ojos contrarios.

Se aclaró la garganta.

—Vine por una respuesta... ¡Digo! Vine para darle la respuesta a su pregunta de esta tarde —corrigió, ligeramente nervioso.

Sus instintos nuevamente querían nublar su juicio.

La imagen tan dulce que el otro le estaba dando aunque no lo supiera causaba una lucha interna en su mente, en donde sus valores luchaban arduamente contra los deseos reprimidos.

Se hizo a un lado de la puerta, consciente de que probablemente el menor quisiera entrar a la habitación.

Solo le diría la respuesta y se iría lo más rápido posible.

PARADISE IN THE HELL【 𝗛𝘂𝘀𝗸𝗲𝗿𝗥𝗮𝗱𝗶𝗼 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora