05.

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El director de tecnología hablaba sin parar, rara vez haciendo pausas para respirar. Presentaba estadísticas, gráficas, prototipos, pero Seokjin no podía, por más que quisiese, concentrarse en nada de lo que decía.

Una parte de su cabeza daba vueltas mientras que la otra permanecía básicamente aturdida, intentando digerir la situación de más temprano.

Jeongguk estaba aquí.

De todos los lugares posibles, él estaba aquí. En Japón. En este edificio.

Ahora no le sorprendía que no lo hubiese encontrado cuando pasó incansables meses buscándolo, tratando de ponerse en contacto con él. Nunca se imaginó que ya ni siquiera viviese en Corea.

¿Qué demonios estaba haciendo aquí? ¿Desde cuándo estaba aquí? ¿Por qué desapareció de esa manera? ¿Y quién carajos era ese tipo?

Pensó que había empezado a alucinar cuando vio a Jeongguk ahí de pie fuera del ascensor, que su cordura por fin lo había traicionado. Cabello más corto, algunos piercings menos, mismos ojos llenos de estrellas.

Todo su ser se vio envuelto por una sensación indescriptible, diferente a todo lo que había experimentado antes. Parecía impregnar cada parte de su cuerpo, fluyendo por sus venas y colándose entre sus huesos. Una mescolanza de emociones que dudaba tuviese un solo nombre. Sorpresa, alivio, confusión, duda...

Molestia, agregó su cerebro, cuando ese tipo tocó a Jeongguk.

El impulso de tomar a Jeongguk y alejarlo de ese hombre para llevárselo consigo le golpeó con tanto vigor que tuvo que cerrar los puños con fuerza para detenerse de hacer alguna estupidez.

No tenía ningún derecho sobre Jeongguk y, realmente, nunca lo había tenido.

Entonces, ¿por qué sentía que sí? ¿Por qué lo sentía como suyo después de todo este tiempo?

Jeongguk solo le miró y su cerebro quedó en blanco. Este ni siquiera había dicho ni una palabra. Tan solo le había observado con aquellos ojos centelleantes que perseguían a Seokjin cada una de sus noches.

Su pierna rebotaba debajo de la mesa en contra de su voluntad; su pulgar, inconscientemente, apretaba una y otra vez el pequeño botón del bolígrafo que sostenía.

¿Qué estaría pasando por su mente? ¿Habrá extrañado a Seokjin? ¿Habrá sentido ese deseo de sostenerlo y no volver a soltarlo al igual que él?

La incertidumbre le volvería loco.

—¿Qué le parece, director ejecutivo Kim?

Seokjin parpadeó, regresando su atención a la sala de juntas. Carraspeó, incómodo, cuando notó que las miradas del resto de presentes estaban posadas sobre él. Asintió lentamente, mas antes de que diera alguna respuesta, su asistente habló por él.

—El director ejecutivo Kim revisará todo con minucioso cuidado y les comunicará una vez tenga una respuesta. Gracias.

Volvieron a mirar a Seokjin y este aclaró su garganta, recuperando la compostura—. Es correcto. Si eso comprende la totalidad de la agenda de hoy... —Se levantó y los demás también lo hicieron, haciendo cortas reverencias y estrechando sus manos como despedida.

Tan pronto como salió de ahí, exhaló profundamente, enfadado consigo mismo. Peinó su cabello hacia atrás con sus dedos, sintiendo el fastidio asentarse en su pecho. No podía creer que su asistente hubiese tenido que salvarlo por haberse distraído, como si fuese algún tipo de principiante. ¿Qué le sucedía? Debía poner la cabeza en su sitio.

cherry smoke : jinkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora