Uno.

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-¿Ocho mil dólares?— Grita mi padre a medida que lee el acuerdo de divorcio. —Olvídalo Silvan. Me niego a gastar tanto dinero para dividir mis bienes.

-Lorenzo, tú y yo ya no estamos ni cerca de ser compatibles.—Contradice mi madre.—Es el precio que debemos pagar al casarnos por la presión de tener una hija.

-Ni siquiera lo pienses. Hay maneras de no tener que vernos sin pagar dos salarios mínimos.— Reclama mi padre. —Simplemente olvidemos que este matrimonio existe. Tú vete con quien quieras y yo me iré con quien yo quiera.

Mi madre suspira y voltea a mirarme por unos segundos. —No puedo soportar siquiera vivir contigo, Lorenzo.

-Si ese es el caso, entonces Anneliese tendrá que decidir por su cuenta si vivir conmigo fuera del país, o contigo en Suiza.

Mi madre disocia por un momento.—Ella no tiene poder de decisión ¡solo tiene dieciséis años, Lorenzo!

-Es eso o pagar ocho mil dólares para que un juez decida con cuál debe quedarse.

Mi madre suspira y voltea a mirarme. —Te irás conmigo.

No. —Respondo sin vacilar por un segundo— Me iré con mi padre.

Mi padre sonríe.

Si es necesario pagar ocho mil dólares para que mi hija se críe con el cariño de una madre, los pagaré.—Refuta mi madre.

Me he criado 16 años sin el cariño de una madre. No es un buen momento para arrepentirte.—Discuto. Bajo ninguna circunstancia viviría a solas con ella.

Entonces está dicho.—Menciona mi padre— Anneliese y yo nos mudaremos a Florida la próxima semana.

¡No puedes abandonar tu país, Anneliese!— Grita mi madre

Asiento y camino hacia mi habitación sin decir una sola palabra.

Probablemente te preguntes cómo llegamos a esta situación. Probablemente esperas que te lo explique. Ciertamente me pregunto lo mismo.
Mi madre nunca ha sido una buena madre. Nunca abusó de mi físicamente, pero su negligencia me pisoteó toda mi vida.

La razón para mudarnos a florida es probablemente que mi abuela vive allí. La he visitado unas cuantas veces, y no me haría daño vivir cerca de ella. Después de todo, ella fue la buena madre que siempre deseé.

Mi padre ya tenía su propiedad en florida, la cual ha estado vacía desde que la compró. Ciertamente, no es muy grande, puesto a que es solo un fragmento de la casa verdadera: Es una casa que fue dividida en varias secciones para poder rentarlas por separado.

Aquella casa adaptaba el nombre 'Valley Terrace' o al menos eso alcancé a leer a medida que mi padre manejaba su auto hacia ella. Tan solo una semana después debía aceptar que mi vida jamás volvería a ser la que solía ser.

-Son trescientos dólares— Menciona el señor de la mudanza a mi padre. Mi padre le entrega unos cuantos billetes y su equipo se va al instante.

Mi padre apoya su brazo en mi hombro derecho y luego me mira a los ojos.- Liz, ¿te sientes preparada?—Menciona el apodo al que desde pequeña estoy acostumbrada.

No realmente.—Le contesto— Pero me alegra estar lejos de Silvan por primera vez en mi vida.

Mi padre sonríe y me da unas palmaditas en la espalda.—Tu cuarto está en el último piso, cariño.

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