MICHELLE
Valdemar saltaba y gritaba en el muelle, más alegre que de costumbre. Él estaba creciendo de una manera tan espectacular.
Cada vez se convertía más en un hombre, mi pequeño hombrecito de porcelana.
Dexter y yo empacábamos mercancía como de costumbre hacíamos en el puerto. Mi familia vivía de exportar paquetes al exterior. Mi hermano y yo hacíamos el equipo perfecto para estas cosas.
—¿Cómo va el paquete doce?—preguntó Dexter, revisando una lista de productos.
—Tendrá un ligero retraso.—Respondí—La carga fue más grande de lo esperado y necesitamos reorganizar el inventario.
Mi padre se acercó, trayendo algunas cajas para empacar.
—¿Alguna manera para acelerar el proceso?—Pregunta mi padre.
—Podríamos mover algunos paquetes para hacer espacio, pero no será tan sencillo como suena.
Baldemar seguía saltando y cantando. De vez en cuando se acercaba demasiado al muelle para admirar el agua con fascinación y desdén. En una de esas ocasiones, empezó a jugar con ella y a tirar piedras.
—¡Valdemar!—Le llamé, para evitar que se acerque mucho al borde—¡No te acerques tanto!
Valdemar me miró y sonrió. Continuó jugando.
—Tenemos que hacer algo sobre el paquete antes de que se acumule más trabajo, chelle.—Me advierte Dexter.—Recuerda que ya está pago.
El lugar se puso en silencio repentinamente, no lo noté hasta unos segundos después.
—Averigua eso con el asesor de embarque.
Mi mirada se pausó en el muelle por un momento.
Valdemar ya no estaba.
—Dexter, Valdemar ya no está en el muelle.
El gira y escanea el lugar.—Mierda.
Camino rápidamente hacia la orilla.—¡Valdemar! ¡No es gracioso!
Dexter rápidamente arrancó su camisa y se lanzó al agua.
—¡Valdemar!—Seguía llamando. Mis piernas se debilitaron y caí de rodillas en la arena.
Dexter salió del agua unos minutos después, con los brazos vacíos.
—¡Valdemar, carajo!— Una lágrima salió de mis ojos y corrió por mis mejillas.
La lágrima más pesada que jamás volverá a salir. La primera de muchas ese año.
Pesada de culpa.
Me levante rápidamente.—Dexter, ¡dónde está valdemar!—Gritaba, golpeando su pecho desesperada.
Mis padres se acercaron preocupados, pensando que enloquecí—¿que está pasando?
—¡Valdemar se ahogó, mierda!
Mis padres se paralizaron e inmediatamente mi madre saco su teléfono, llamando a urgencias. La desesperación en sus ojos era palpable, el temor en las nuestras pesaba.
-
Un bote de rescate apareció luego de unos minutos, con el cuerpo de mi hermanito enrollado en una manta.
Valdemar estaba pálido.
Valdemar estaba muerto.
—Por favor no me digan que...—Fui interrumpida por el rescate.
—Lo sentimos mucho.
-
Terminé de contar la historia a Dexter, que a menudo exigía recordarla. Le arrebate su cigarro casi terminado y le di la última calada.
—Sigo pensando que es culpa nuestra, dex.—Probablemente lo sea chelle.—Suspiró mi hermano.—Pero esto debe quedar en el pasado algún día.
Y tiene razón. Por algo nos mudamos.
Exigí mudarnos de brazil porque nuestro hogar quedaba justo al frente de la costa, puesto que quedaba cerca al muelle y el trabajo quedaba cerca. No podía evitar asomarme por la ventana todas las noches y ver a mi hermanito allí, parado en el muelle.
A mi hermanito muerto.
—Era tan solo un niño.
—Tan solo un niño.—Dijo, sacando otro cigarro de su cajetilla y enrollando uno de sus brazos alrededor de mis hombros.
Anochecía y Dexter y yo solo nos ahogábamos en nuestros pensamientos y culpas: en el qué hubiera pasado si.
—Debemos ir a casa. Mañana debo ir a la feria primaveral a vender cristales.
—Patética.—Se burló de mi y se levantó a encender su auto.
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GLIMMER
RomanceAnneliese se enfrenta a los aterradores cambios en su vida. El cambio de país, el divorcio de sus padres, la separación de ella ante todos sus amigos y familiares tan repentina. Pero, ¿será eso tan aterrador como lo es tener que lidiar con Riverside...