Capítulo 6. Créeme a mí

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...Por favor, es tuyo... Por favor... t-tómalo...

...Hann-a...

Es la tercera vuelta que doy en la cama, sin lograr conciliar el sueño o externar mis sentimientos en lágrimas...

Como escritora, he tenido que narrar escenas desgarradoras en mis libros, además de buscar las palabras, sinónimos y adjetivos adecuados para plasmar lo que el personaje vive en ese momento.

Pero... hay veces, en que ninguna descripción es factible, que tu mente deambula por cada pensamiento en relación a lo que padeces, sin lograr decidirse por uno que englobe todo lo que se está experimentando...

Es, como si estuviera desconectada y todo lo que hiciera, fuera más por un programa, o que así funciona mi cuerpo...

Respiro, porque no me estoy ahogando, pero la asfixia que me invade, incluyendo el ardor en la parte baja de los ojos, confirman que no estoy bien...

Que me cuesta respirar, así no esté jadeando y hay una bola inmensa sobre mi pecho, que me dificulta inhalar... Que tiene mi garganta hinchada y hecha nudo...

Físicamente, mi vista está clavada en el techo de la habitación, perdida en las figuras que la pareidolia ofrece. Mentalmente, no permito que ningún recuerdo se instale por mucho...

Sobre todo, los que tienen que ver con él...

...No hay un solo día de mi vida, en que Aleix no se haya presentado ante mí...

Algunas formas, él o alguien más de mi familia y amigos, ni siquiera las conocen, son esos secretos que todos tenemos y no deseamos compartir con nadie...

...Y, después de lo ocurrido en estas últimas horas, no tengo certeza si algún día se las voy a poder revelar...

Decir que duele, es un eufemismo...

Aceptar que, sin haberlo planeado o elegido, es tanto lo que formamos parte del otro, que la única comparación a lo que padezco, es a lo que ocurriría si acabaran de despegar por la fuerza dos hojas de papel que fueron unidas con pegamento, rasgando el material en ambos sentidos, dejando huellas de lo que él es, en mí...

No puedo...

No quiero imaginarme...

¿Cómo voy a...?

Niego, apretando mis ojos y puños interrumpiendo esas preguntas que tengo miedo de completar...

Mi saliva se ha vuelto ácida y la cantidad de veces en que mojo mis labios, los muerdo o miro a la derecha, se ha convertido en una manía para este punto...

Todo está oscuro, y no porque sea de noche y tenga las luces apagadas. No, esto es como un velo grisáceo, la ventana emite el reflejo de la luna que se marca en el tocador de la habitación, pero, los colores han desaparecido, al igual que su brillo...

Estoy como un zombie, o algo que existe, pero no tiene una razón para hacerlo...

Nada me importa, nada me afecta o inmuta siquiera...

Incluso la tela de mi pijama me es indiferente, al igual que la cobija y sábanas debajo...

Mi cabeza reposando en la almohada, los brazos extendidos a los lados y las piernas; la izquierda estirada y la derecha flexionada, hasta que ruedo quedando boca abajo...

No presto atención al empapelado de las paredes, ni a mi entorno, todo lo que hago, es negar con la cabeza y obligarme a que ese picor en mis ojos, no se convierta en algo más...

Quizás...

Me detengo antes de pensarlo y peor, llevarlo a cabo, pero mi cuerpo me odia y me levanto dejando la punta de los pies en el suelo, apoyando mi peso en el final de los dedos para salir y ahuyentar esa claustrofobia que ya me estaba por envolver.

Podrías ser tú #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora