Capítulo 2

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- ¿No vas a comer nada? ¿Todo yo? -hablo confundida cuando el le extendió la cuchara deseando darle de comer

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- ¿No vas a comer nada? ¿Todo yo? -hablo confundida cuando el le extendió la cuchara deseando darle de comer.

Se veía espléndida, la ropa y el maquillaje resaltaban sus rasgos, su peinado iba a juego con su rostro. No podía estar más feliz, después de todo stuvo vigilando a escondidas como la cambiaban de ropa, la que el eligió.

- Mientras esperaba ya como bastante, abre la boca -uso de excusa intentando desviar el tema de conversación metiendo la cuchara en su boca de golpe soltando una risa al ver cómo tosia intentando no atragantarse,- eres tan linda -.

- Esta caliente -murmuró con una mano sobre la boca cerrando los ojos procesando el mal trago. Se sorprendió por lo mal que sabía usar los cubiertos, ni siquiera había palillos en la mesa.

El demonio solo puso reír mostrando sus afilados colmillos mientras sus afiladas uñas destacaban en sus mano que se movía con elegancia agarrando de forma torpe la cuchara, como si fuera algo que no usa con utilidad.

Ella era inocente, pero no estúpida. Cada segundo a su lado se le erizaba más la piel, dándose cuenta que no era normal.

Tenía que convencerse a sí misma que seguro era una cosa de que el es una divinidad y todo el rollo que le sueltan sus superiores una y otra vez. Pero sus ojos, no radiaban como los de un sol... La congelaban como una tormenta de invierno.

- Eres tan expresiva, me encanta -decía sin más dándole más de comer, ella parecía tener prisa por tragar al ver la velocidad con la que el iba.

Trago rápido y puso una mano delante de la cuchara para que la dejé respirar.

- Con el debido respeto... Ehmmm, m-me está dando de comer de forma muy brusca -hablo avergonzada, incluso había manchado un poco el vestido pero a él todo le parecía irrelevante.

- ¿Y que? ¡Es divertido! -reía risueño apartando su mano para darle la última cucharada.

Ella tenía una expresión de asco que ya no podía disimular debido a la mala forma con la que había sido forzada a digerir toda esa comida, puso una mano en el estómago y la otra en la boca tratando de procesar la mala experiencia sin que se escape de su boca delante de él.

- Vamos a pasear -murmuro ilusionado tirando de su mano libre, quería hacer otras actividades humanas con ella. Todo parecía tan nuevo.

Ni tuvo más remedio que seguirlo sin rechistar, el era quién ponía las normas y quien daba las ordenes en ese lugar.

Se sentía vivo, por primera vez se sentía vivo. Adoraba con ansias la compañía de ___, no dudaba ni por un segundo que era la compañía que querría durante mucho tiempo.

Todavía no estaba del todo seguro de si no se aburrira de ella, pero de momento se sentía más que bien.

- Todas las ventanas están cerradas en pleno día -penso en voz alta por accidente, absorta en sus propios pensamientos mientras era, literalmente, arrastrada por la mano del alto rubio.

- Ya sabes porque, mis ojos. No lo olvides -hablo con prisa tratando de desviar el tema,- quiero que estés siempre a mi lado en todo momento. Es un nuevo requisito en tu trabajo -susurro emocionado posando dos dedos debajo de su mentón para ver su rostro con atención.

Otro escalofrío, una gota de sudor gorda cayó por toda su espalda y sus manos temblaban. Ella no tenía un buen presentimiento, todos sus sentidos gritaban huye pero no podía moverse.

Ni siquiera sabía las razón, solo quería correr, huir, escapar cuanto antes.

- Menos cuando como, claro. Es que me da penita que me veas así, es un momento muy privado de los dioses -bromeaba sin darse cuenta de como ella la miraba. El solo tenía dos ojos para ver lo que le daba la gana y lo que quería ver, no la realidad.

La realidad era un espejismo para el, después de convertirse en un demonio que no podía sentir nada ver que si sentía cosas lo estaba alterando.

No era fácil de procesar ese alboroto en su pecho, tantos pensamientos en su cabeza se volvían una tortura que podía con el y con cualquier persona... O demonio, claro.

- Debo irme, se hará tarde para ir a casa. Por la noche es peligroso -susurro mirando al suelo, tragando saliva. Estaba deseando escuchar una respuesta positiva, coloquial, una afirmación.

- ¿Y para que quieres ir a tu casa si tienes todo lo que necesitas aquí? ¿Uhmmm? Dime, soy curioso -hablo con un tono autoritario agarrando con fuerza su brazo, eso dejaría marca roja seguro.

- Aquí no está m-mi familia, lo siento -se disculpó asustada con el labio inferior temblando.

¿Por qué tenía tanto miedo? Solo podría perder su trabajo como mucho, ¿No? Solo eso, solo eso.

Solo su trabajo, pero maldita sea algo le decía que no era tan sencillo. No era "solo" eso, es eso y mucho más, sentía que si no lo obedecía perdería mucho más.

- Cierto, perdóname a mí. Creí que lo tenías todo aquí, que bobo -puso los ojos en blanco abanicándose despreocupado,- ya puedes irte a dormir a tu casa, seguro tu familis te echa mucho de menos -.

- Gracias -agradecio, hizo una reverencia y se fue tan rápido como sus piernas y el protocolo le permitieron en ese momento.

Estaba aterrorizada, no podía creer lo fácil que la admiración se podía convertir en miedo. Aquello que nadie entiende es lo que todo ignorante le teme, ella no sabía nada de él, nada exacto.

- Eso ve, corre por con tu familia -reía risueño antes de morderse el labio inferior,- los vas a echar de menos -.

Si no tenía todo lo que necesitaba en el templo por su familia, entonces haría que no necesite su familia. Era tan sencillo como quitarle un caramelo a un niño.

Que fácil.

___ no tiene ni idea de que con una sola frase posiblemente había condenado a toda su familia. Pobrecita.

 Pobrecita

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Douma - Paradójico [Yandere]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora