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Porque siempre pareces encontrar mis escondites?

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La nieve caía sobre la región de Shenzhaya cubriendola en una fina capa blanca como siempre, los habitantes como siempre llevaban grandes sacos gruesos para cubrirse del frío un barco había llegado exactamente a la costa descargando un gran contenedor donde se encontraban prisioneros de diferentes regiones que temblaban hasta los huesos por las bajas temperaturas. Un hombre de cabello turquesa levemente ondulado con una máscara que le cubría la cara pareció revisar a los prisioneros antes de discutir con los piratas del barco y negarse a pagar al confirmar que muchos de los prisioneros no sobrevivirían ni un día.

Los piratas reclamaron por el dinero aunque pronto sus reclamos cesaron cuando el hombre de aspecto misterioso sacó de su gran saco un tipo de pistola optimizada para derretir cualquier objeto y se deshizo de todos los presentes antes de largarse algo irritado de haber perdido el tiempo con personas tan estúpidas como los piratas, su laboratorio cada vez se quedaba con menos conejillos de india con quienes experimentar.

En algún otro lugar de Shenzhaya un hospital se encontraba lleno de personas por pidiendo ayuda médica o solo un poco de atención, con los nuevos avances de la tecnología parecía que más enfermedades parecían aparecer y con eso muchas personas enfermas que parecían volverse más paranoicas con el paso del tiempo, para lástima de muchos de los habitantes no habían tantos hospitales porque no se conseguía el suficiente dinero para crear tantos.

Entre los gritos y reclamos de los enfermos la joven Yumiko se encontraba en una habitación revisando con delicadeza a una pequeña niña enferma mientras está tosia y lloraba del dolor, Yumiko trato con delicadeza el cuerpo de la niña y cuando por fin terminó de revisar se alejó y rebusco entre las diferentes medicinas que el hospital podía ofrecer hasta que encontró la que necesitaba y agarro una jeringa para inyectar la medicina, la niña se retorció del miedo y Yumiko trato de sonreir.

-No te preocupes Kira, solo será un momento y te prometo que dentro de unos días ya te dejaré regresar a tu casa.

-Porque no vas a revisar a los demás niños y luego me das la medicina? no me la puedo tomar mejor?

-El sabor puede quemarte la garganta, mejor por inyección. -Yumiko se acercó más a la pequeña niña y a pesar de la pequeña batalla que la niña puso terminó siendo inyectada con la medicina y pronto se recostó en la camilla con dolor y Yumiko la cubrió con una gruesa sábana para el frío.

-Ojalá tú controlaras todo el hospital, la mitad de todos nosotros seguirán vivos por ti.

Yumiko solo la ignoró mientras la ponía a dormir y tan pronto salió de la habitación fue atrapada por su compañera Jules que se escondio con ella en una esquina mientras esta jadeaba y miraba a todos lados antes de sonreír.

-Yumiko, tengo buenas noticias! -Jules agarró con fuerza las manos de Yumiko que esta hizo una mueca de dolor mientras la compañera saltaba de emoción y Yumiko solo podía pensar que habían traído nuevas medicinas o más dinero para que el hospital creará más habitaciones.

-Dilo de una vez Jules, aun tengo niños que medicar

-Los Fatuis, la organización más grande y rica del mundo decidió administrar dinero al hospital y tendremos nuevos doctores aquí! tendremos más tiempo libre con más personal. -Jules salto de la felicidad pero Yumiko solo se quedó en silencio procesando las palabras con algo de dificultad, la organización con más asesinos en todo Teyvat planeaba ayudar económicamente el hospital? no parecía la mejor idea pero antes que pudiera comentarlo con su compañera esta se fue a trabajar al notar un nuevo paciente vomitando sangre.

Pronto Yumiko regreso a atender y medicar a los niños, muchos habían perdido demasiado peso y otros parecian tan pálidos como la nieve que Yumiko temía por la vida de algunos, en los peores casos algunos niños vomitaban sangre o sus órganos creando una imagen grotesca en la mente de Yumiko que tenía que rogarle a los padres de algunos niños por dejarlos ir de una vez.

Por los siguientes días Yumiko decidió ocuparse y distraerse mas a si misma con atender no solo a niños pero a ancianos también tratando de medicar a toda la gente posible, con la nueva enfermedad propagándose más rápido de lo previsto Yumiko temía por también infectarse y decidió hacer algo que no había hecho hace mucho tiempo. Por la tarde en su tiempo libre se quedó en la pequeña cafetería estudiando y leyendo todos los libros de medicina que tenía hasta que su compañera Jules se acercó y con curiosidad revisó el contenido.

-Incluso a esta edad te dedicas a estudiar y leer Yumiko..¿acaso nunca fuiste a una academia? tal vez asi no tendrias que estudiar tanto. -Jules le dio un sorbo a su jugo mientras Yumiko se tensaba ligeramente y negaba con la cabeza.

-Mis padres jamás tuvieron el suficiente dinero para pagarme una escuela y aunque intentara entrar en algunas siempre me rechazaban. -Yumiko negó con la cabeza y siguió leyendo hasta que su compañera Jules le arrebató el libro y sonrió de oreja a oreja.

-Escuche que hoy llega el nuevo personal para el hospital, ¿me acompañas a ver? Por favor. -Jules jalo la manga de Yumiko rogándole por acompañarla y está sin más remedio aceptó obligadamente.

Para cuando llegaron a la entrada un hombre alto de piel blanca con una sonrisa y un pelo largo que descansaba en su hombro estaba hablando con la señorita de recepción y detrás de él apuesto hombre se encontraba otro hombre casi de la misma altura con pelo turquesa ligeramente ondulado…

El único pan duro que Yumiko había desayunado esa mañana amenazó con aparecer de nuevo mientras recordaba su pasado, las cadenas alrededor de sus muñecas, sangre por todo el suelo que ya no sabía si decir si era suya o de otro, las cálidas manos de alguien liberándola de su cautiverio. Todo regresó y su mente solo le gritaba que corriera y eso hizo.

Yumiko se dio la media vuelta y rápidamente se fue corriendo mientras jadeaba y sentía que el corazón se le salía por la boca, como la encontró? la reconoció? siquiera se acordaría de ella? solo rezaba por que aquel hombre no decidiera siquiera dirigirle la palabra.

-Tu cuerpo es frágil, un poco de fuerza y podría romperte.

Fue hasta ese momento que entendió que estaba jodida.

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Doctor, where is my medicine? (Dottore x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora