Tormentas.

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Hola, hola!. Espero que sea de su agrado, gracias por los comentarios, me emociona mucho leer lo que piensan. Abrazo.

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No es un secreto para nadie que uno de los pasatiempos predilectos de Marta es la lectura. Eso es algo que heredo. Ella y su madre solían buscar un pequeño lugar entre los árboles, uno en el que el sol se filtrara a través de las hojas y creara mosaicos de luces y sombras sobre el suelo cubierto de musgo y se sentaban ahí, colocaban una manta a cuadros un poco deshilachada en las esquinas por el uso de tantas veces que lo hicieron, deshilachada, pero suya. En ocasiones; aún puede recordar el aroma fresco y terroso, entremezclado con el dulce perfume de las flores silvestres que crecían alrededor. Su tiempo juntas. Así lo llamaban. Marta se acomodaba a su lado y sacaba de la mochila dos libros: uno para ella y otro para su madre. Le encantaba verla concentrarse en su lectura, sus cejas a veces fruncidas en un gesto de reflexión, otras veces levantadas en una expresión de sorpresa, por su parte siempre trataba de sumergirse en su propio libro, pero no podia evitar mirar de vez en cuando y de alguna forma siempre le parecía que el libro de su madre era mejor que el suyo, así que terminaba por abandonarlo, acurrucándose a su lado pidiendole que le leyera. Quizá sólo era un treta para obtener más de su atención, quizá sus libros si que eran más interesantes, nunca lo sabrá, era muy joven para recordarlo.

"El molino de Floss" de George Eliot, uno de los favoritos de su madre. "El inexpresable consuelo de sentirse seguro junto a una persona" lo cito. "Así es como se siente Marta...el amor". Nunca le encontró mucho sentido, hasta hoy.

-¿Quieres? -pregunta Fina al tiempo que sujeta una empanada a la que segundos antes le pego una buena mordida.

-Me encantaría, pero esperare.

-¿Y eso por qué? -Fina la mira como si fuese un acertijo que esta tratando de resolver.

-Estoy conduciendo. -Marta lanza la respuesta como si aquello fuese lo más obvio del mundo.

-Ya, ¿y un De La Reina no come cuando conduce?

-Veras, pues no se si un De La Reina, estoy bastante segura de que Andrés come y deja migajas por doquier, siempre fue así. -la mira de reojo -  Pero yo "Marta" no soporto la sensación de tener algo con polvo o grasa en las manos y luego tocar el volante. -no la mira, pero Marta sabe que Fina ha hecho un gesto.

-Ah, es eso.

-Si, eso.

-Se resuelve rápido. - Fina se abalanza un poco hacia ella y estira el brazo colocando la empanada a la altura de su boca - Vamos abre la boca.

-¿Qué? No, no es nece...

-¡Por Dios, Marta! basta de peros, solo es un pedazo de empanada. -vuelve a insistir, mientras acerca la empanada cada vez más, Marta quien por inercia había pegado la cabeza al respaldo, entiende que no tiene más opción. Nunca se tiene más opción con Fina.

-Bueno ... - duda y abre un poco la boca.

-Muerde ¿si sabes como funciona esto de comer cierto? -ahora es Marta quien hace el gesto y abre la boca, Fina introduce la empanada y Marta por fin, muerde. -  ¿Te gusta?

Ah decir verdad, si.... A Marta le gusta el sabor de la toledana y no es hasta que la tiene en la boca que identifica la necesidad de su estomago por tener algo dentro.

-Esta muy bueno.

-Me encantan. -Dice y  se lleva a la boca el ultimo pedazo de aquella pieza. Vaya que parece disfrutarlo, no ha terminado de masticar su ultimo bocado cuando ya esta abriendo la caja lista para seleccionar otra toledana más. ¿Eso le sorprende? No mucho, ya la había visto hacer eso antes, con trozos de chocolate o restos de comida después de sus encuentros en illescas. Hay cierta nostalgia en el encontrarse en primera fila para presenciarlo una vez más.

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