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       Doscientos mil y treinta y cuatro pasos contados llevaba, eso era notoria por el dolor de sus piernas y estómago. Estaba exhausto, eso nadie se lo negaba, probablemente alguien pensaría que fue una mala idea seguir caminando sin esperar transporte. Por suerte había visto en su mapa una ruta más corta por la que pasar. Aunque tuvo que arrastrase por lianas y tierra. Su aspecto podía verse algo deteriorado, se podía notar en su pantalón algo roto. Por suerte su gabardina y sombrero seguían intactos, a pesar de contraer polvo. Fue mala suerte quizás el irse por el bosque, pero necesitaba una solución rápida.

        Nadie debía pasar por alto ese pequeño error. Aunque...el olor a ceniza alarmó al viajero, quien solo podía ver árboles, aunque una luz naranja comenzaba a verse en la distancia. Al acercarse y quitar la vegetación que le estorbaba la vista. Cuando por fin ajustó su vista entre la oscuridad, pareciera que algo se incendiaba...eso no era normal en absoluto. Aunque le extrañaba más como una tormenta eléctrica se acumulaba arriba de las casas. Eso era raro, hasta ahora los dormidos no producían tormentas eléctricas en sus nubes.

         Caminando entre el follaje no notaba nada fuera de lugar más que la fogata de casas. Pensando en las diferentes posibilidades por las que esa tormenta se formó. Tal vez...algo le detuvo de repente, sentía que le jalaron su gabardina. Cuando volteo vio que su gabardina se había enganchado con una especie de hierbas... Al intentar sacar su gabardina del follaje, notó ligeros raspones en su mano...eran hierbas espinacas...oh no...para su suerte él era un Zografízo, así que resolvió esto con ingenio.

           Para evitar que sufriera por el dolor que provocarían esas espinas, el viajero hizo que su mano derecha se adaptara al entorno. Sus cinco dedos eran absorbidos por su palma, transformándolo en una masa sin figura aparente. No fue hasta que su apéndice se volvió una especie de pinzas largas...al acercar su falsa mano, logró sostener su gabardina y evitar lesiones. Ahora podía caminar tranquilamente sin que...un punzón en su pie izquierdo hizo que el viajero parara por un momento...ya se imaginaba que no debía hablar antes de tiempo...

         El dolor incrementaba pero lo que le asustó fue que algo se movía cerca de sus pies, probablemente se había incrustados una espina o algo...nada horrible seguramente. Al alzar su pierna derecha, notó dos pequeños ojos que se aferraban a su bota de lluvia...sus gritos secos de miedo y agonía resonaron cerca de él. Al tratar de quitarse lo que fuera eso, sintió como una cuerda le amarraba el brazo izquierdo...el patrón era innegable...pentágonos de tonos rojizos y rayas magenta...otro punzón había aparecido en otra zona de su pie.

          Ahora eran cuatro...no seis...no ocho puntos brillantes en la oscuridad. Acompañados de punzones. Una hidra  era la que trataba de comer su pie derecho. Lo que faltaba, un animal salvaje le estaba mordiendo. Esos bichos eran más una plaga que amenaza, aunque son la principal causa de destrucción de vallas en el mundo. Pero justo en este momento era una molestia para él...aunque no le gustaba llamar así a cualquier cosa.

            -Por suerte no estás tan húmeda...-dijo el viajero en voz baja, quien tan solo provocó que su pie se hiciera una masa gelatinosa; excepto por su bota, sacándose de encima a la hidra. Aunque parezca extraño existe un dato curioso de los Zografízo; pueden mezclarse con textiles o cualquier ropa, debido a la capa fina que presentan, es por ello que le es fácil al viajero cambiar de forma a pesar de tener ropa encima. No obstante, existe vestimentas de capas gruesas; como el calzado, las cuales evitan que pueda cambiar de forma de manera correcta-. Ahora dame eso... perdón por las molestias.

     Al recuperar su bota dándole dos golpes suaves en sus cabezas. El animal se ocultó en el follaje del bosque. A este punto ya nada le sorprendería...no cuando las ramas le golpeaban en su rostro y la comezón invadiera en su nariz. Avanzando con cuidado por aquel frondoso paisaje de árboles, el viajero notaba que todavía muy lejos se hallaba de Nimicului...a este paso no lograría llegar esa noche al pueblo, a menos que usará nuevamente sus resortes...

la fórmula del sonido visible.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora