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       -Por milésima vez señor, no tiene que limpiar el suelo-decía una voz que empezaba a irritarse con un acento característico de la zona, hablando el idioma del viajero-. Tiene que esperar al señor Oldman.

      -Pero hay mucha agua ahí dentro-dijo el tipo de sombrero verde señalando dentro de la caseta. Hace unos minutos que se había ido la taxista, dejándole solo y esperando a que llegara alguien al parecer...no puso mucha atención a lo que había dicho el encargado de la caseta, le costaba hacer eso cuando la humedad invadía el piso de aquel lugar. Así que se dispuso a limpiar, haciendo a un lado al encargado para poder secar el piso.

     -Ya le dije, que no está mojado. Está invadiendo propiedad no autorizada para usted-decía desde afuera el encargado pues el viajero había cerrado la puerta, atrás de toda la madera estaba mucha agua...demasiada...ni siquiera sabía si su trapeador podía limpiar todo eso-. Por favor abra la puerta...

     -Solo un momento- decía por trigésima vez el viajero. El encargado se estaba impacientando, había oído hablar de gente necia pero este tipo estaba en un nivel más allá de eso. Buscando en la bolsa amarrada a su cinturón, encontró sus llaves. El viajero por su parte limpiaba el suelo gris, era increíble como nadie limpiaba el lugar. Demasiada agua...papeles mojados, objetos flotando, sin duda algo que incomodaría quien usará esto.

    Cuando la puerta se abrió, el encargado solo veía como ese tipo desordenada todo.

          -Señor, por favor le insisto en que salga-decía el encargado mientras sostenía al viajero por los hombros. Llevándolo a rastras para afuera de la caseta.

        -Pero no he terminado de limpiar-dijo el viajero, mientras era arrastrado fuera de la caseta, aún con su trapeador en mano. Cuando ambos estuvieron en el marco de la puerta, el viajero avanzó hacia adelante arrastrando ahora al sorprendido encargado-. Mire ahí todavía tiene demasiada agua.

   Señalando debajo de una repisa con varias carpetas acomodadas. Antes de que el encargado hiciera algo, aquel sujeto de sombrero verde se estaba volviendo....¿Pequeño?...no...los ojos del guardia se abrieron y palpitaron al ver como las piernas del viajero desaparecían. Formando bajo él una especie de masa viscosa... pareciera que era...pintura...aquella masa se hacía más pequeña hasta formarse una bola color oscura con solo sus brazos visibles. El sonido de algo cayéndose alarmó al viajero.

    Al voltear vio que el encargado se había desmayado...que curioso, vivían en un mundo extraño con reglas poco convencionales y aún así la gente se sorprende. Puede parecer raro pero es normal, ya que, casi nadie tiene esa posibilidad de viajar y conocer...tampoco es que su celular fuera la más propensa entre los Kýttara...del diez por ciento de la población mundial que tiene diferentes células. Solo el punto cuatro de ese porcentaje de diez puede nacer con la díafano chróma y ser un Zografízo.

     El viajero escaló por la silla con ruedas del encargado y se dirigió a la mesa para ir por su maletín rojizo. Al buscar entre sus objetos, logró encontrar su trapo amarillo. Al bajar de aquella mesa, la bola con brazos rodó por abajo de ese mueble. La humedad presente era indescriptible, incluso para él. Después de un tiempo corto de limpiar todo bajo esa repisa, el viajero siguió rodando por aquella caseta, limpiando las esquinas del lugar.

    El agua que dejaba la nube de este tipo era demasiada. Una vez terminado, el viajero volvía a su forma normal. Primero moldeando su cabeza, luego su tronco y brazos, para finalizar con su parte inferior del cuerpo. No le gustaba moldear su cuerpo muy a menudo, normalmente tendía a escuchar zumbidos en sus orejas y eso era desagradable para él...sus piernas tambaleantes volvieron a formarse al igual que su cuerpo y cabeza.

la fórmula del sonido visible.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora