Rodrigo Hernández II

162 16 42
                                    


6 meses más tarde...

Blanca toca el timbre de la casa mientras intenta recuperar el aliento. He venido corriendo porque una lluvia traicionera se ha interpuesto en su camino y ha hecho que llegue tarde. Ha tenido que refugiarse durante unos diez minutos debajo de la pérgola de un hotel para evitar pillar la peor parte de la lluvia.

A los pocos segundos, Rodrigo le abre la puerta. Durante unos segundos, Blanca se queda mirándolo. Va vestido con unos pantalones de traje y una camisa blanca que contrasta con su piel bronceada, pero no puede evitar fijarse en el nudo de su corbata.

Intenta reprimir la risa, pero acaba riéndose a carcajada limpia.

- ¿Te has peleado con un puma o qué? -le pregunta, señalando la corbata.

Suspira frustrado -Llevo diez minutos intentando anudarla y es absolutamente imposible.

La joven castaña entra en la casa y una vez cierra la puerta, decide ayudarlo. Por un instante, Rodrigo se tensa. Tenerla tan cerca es algo nuevo para él y ella, lo nota casi de inmediato. Blanca se centra en anudar la corbata lo más rápido posible para volver a poner distancia de por medio.

Durante los últimos meses se han sucedido muchos acercamientos por parte de ambos, pero sigue existiendo una gran distancia entre ellos. No es física sino emocional.

Blanca aún sigue preguntándose qué hay dentro de esa coraza que Rodrigo se empeña en mantener. Es cierto que durante los últimos meses ha hecho grandes avances, pero sigue manteniéndose distante en muchas ocasiones y eso la desconcierta.

Rodrigo, por su parte, siente su corazón acelerarse al tenerla tan cerca. Aunque se han acercado mucho durante estos últimos meses, este tipo de contacto físico todavía es nuevo y le desconcierta. Aún tiene heridas por coser, heridas que nunca antes se hubiera atrevido a curar, pero la aparición de Blanca en su vida le ha hecho replantearse cosas que hace años hubieran sido impensables.

Cuando Blanca termina de arreglarle la corbata, sus ojos se encuentran. Ninguno de los dos se atreve a decir nada, como si temieran que una simple palabra pudiera romper el momento.

Existe demasiada tensión en el ambiente y ninguno es capaz de eliminarla.

La joven castaña se retira, tratando de recuperar la compostura. Tratando de apaciguar la cantidad de pensamientos y emociones que le provoca Rodrigo.

- Listo -susurra, en un intento de ocultar leve temblor de su voz.

- Gracias.

Blanca rompe el contacto visual y camina hacia el salón algo avergonzada.

Rodrigo la sigue.

-¿Quieres que te preste algo de ropa? -le pregunta.

-Eh, no. No te preocupes, solo han sido un par de gotas -dice ella, un poco cortada.

Rodrigo la observa por un momento, notando el rubor en sus mejillas y la forma en que evita su mirada. Sonríe, sintiendo una mezcla de diversión y ternura al verla tan vulnerable, tan diferente a la mujer decidida y segura que suele mostrar.

- No me gustaría que pillaras un catarro por mi culpa. Te he hecho venir a las tantas y sin previo aviso...

- Está bien, está bien.

El joven sonríe levemente al ver que ha conseguido salirse con la suya.

Se acerca rápidamente a su habitación y saca una sudadera y una camiseta. Antes de volver al salón, se asoma al cuarto de Eva, que duerme plácidamente. Verla dormir tan serenamente le recuerda por qué ha estado trabajando tanto en sí mismo.

𝒮𝒯𝒪𝑅𝐼𝐸𝒮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora