Día Cuatro: La Caída de la Civilización

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Capítulo 5: Día Cuatro: La Caída de la Civilización

La casa permanece en silencio mientras me levanto, un silencio tan denso que parece absorber incluso el más leve susurro de mis movimientos. Ana aún duerme, un bálsamo temporal contra la realidad que nos aguarda fuera de las paredes de nuestro refugio improvisado. Mientras me preparo para el día, una inquietante sensación de ser observado me envuelve, pero al mirar a mi alrededor, solo encuentro las sombras que hemos llegado a conocer demasiado bien.

Yo: (pensando) Este sentimiento... es como si algo más que la oscuridad nos acechara.

Al salir, la calle parece más fría y más vacía que nunca. La gente ha empezado a ajustar sus vidas a esta nueva realidad, sus movimientos más cautelosos, sus interacciones más breves. En el instituto, la situación no es diferente. Nuestro equipo trabaja en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos y teorías.

Elena: (apareciendo de repente detrás de mí) David, necesitamos hablar. Anoche, mientras revisaba las grabaciones de audio del observatorio, capté algo... inusual.

Yo: (sorprendido) ¿Audio? ¿Qué tipo de audio?

Elena: No lo sé exactamente. Son como susurros... casi inaudibles. No estoy segura de si son interferencias o... algo más.

Nos encerramos en una de las salas de audio y Elena reproduce la grabación. Al principio, solo escucho el zumbido estático de fondo, pero luego, entre las ondas, algo más se hace audible. Un murmullo bajo, casi como un lamento, se filtra a través de los parlantes. No tiene sentido, no debería estar allí.

—Yo: (frunciendo el ceño) ¿Podría ser un error en el equipo?

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Yo: (frunciendo el ceño) ¿Podría ser un error en el equipo?

Elena: (sacudiendo la cabeza) Ya lo verifiqué. Todo está funcionando como debería. No tiene explicación técnica.


Decidimos enviar el audio a expertos en acústica para un análisis más profundo, esperando que puedan ofrecer alguna pista sobre este nuevo misterio. Mientras tanto, mi mente no puede dejar de darle vueltas al asunto.

Al volver a casa antes de lo habitual, encuentro a Ana en la sala, mirando por la ventana con una expresión preocupada.

Ana: (volviéndose hacia mí) Hay algo que necesitas saber. He estado hablando con algunas de las familias del vecindario... y no somos los únicos que han experimentado cosas extrañas.

Yo: (interesado) ¿Qué tipo de cosas?

Ana: Visiones, sombras que se mueven solas, y ahora, según lo que cuentas, susurros que no deberían existir. Algo más está sucediendo aquí, algo más que solo la desaparición del sol.

Pasamos la noche discutiendo nuestras experiencias y las de nuestros vecinos, tratando de encontrar un patrón o alguna explicación. A medida que las horas pasan, la sensación de urgencia crece. Estamos atrapados no solo en una crisis física y científica, sino quizás en algo profundamente psicológico o incluso sobrenatural.

Yo: (pensando) Necesitamos respuestas, y rápido. Pero, ¿dónde empezamos si incluso la realidad que conocemos parece estar en contra nuestra?


10 Días Sin el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora