CAPÍTULO 1

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-"Acabó de salir; estuvieron toda la mañana haciéndole arreglos. Debe ser que hoy llega la dueña de esa propiedad", dijo ella.

-"Le ha quedado muy linda la decoración, con un estilo diáfano, ¿cierto, mamá?"

Ella pensó: "He aquí una pequeña parte de mi felicidad". Tomó su teléfono y hizo una llamada. "Le ha quedado muy delicada; no encuentro las palabras para hacerle saber cómo me siento. Gracias por hacer de mi casa un lugar muy especial".

-"Mamá, sabes que estas cosas no me gustan", dijo él. "Tal como escribes en tus libros: 'Dale oportunidad a la vida para que te muestre su espléndida sonrisa'".

Él le tomó la nariz con mucho cuidado y le respondió: -"De seguro la veo y sale corriendo espantada". Y empezaron a reír ambos, mientras que a unos cuantos pasos, la sonrisa que tenía en su rostro era muy jubilosa.

"¡Wuaho! Increíble; aún cubierta, sin poder verte por completo, tu brillo lo has convertido en un misterio". Dejó de verla por la ventana y, a toda prisa, salió.

-"Disculpa por asustarte; no fue mi intención. Estabas tan absorta que no te percataste de todo el ruido que hice para llegar hasta aquí".

Al ver que él solo la observaba sin pronunciar una sola palabra... "Solo vine porque quería verla mejor", dijo ella, y con su dedo mostró hacia el oscuro azul.

-"Sí, me ayuda a concentrarme", respondió él.

-"¿De qué manera lo hace?"

De nuevo, solo el viento se hizo presente. "Que pena por molestar; me iré".

-"No, tranquila; no tiene que marcharse si no quiere. Lo que más me mata de ella es su silencio", respondió él, mirando la iluminada luna que poco a poco se iba despejando de entre las nubes. "Me da tranquilidad; por eso me ayuda a concentrarme... Me gusta escribir".

-"De ser así, deben ser tesoros tus libros", dijo ella. "Que tenga buena noche".

Se disponía a marcharse del lugar cuando una suave voz la detuvo.

-"¿Y usted quién es?" preguntó él.

-"Mucho gusto; Nenú. Yo llegué por la tarde a mi casa; soy nueva en este lugar. ¿Y usted?" preguntó ella.

-"Yo... yo vivo aquí", respondió él, señalando con su nervioso dedo hacia la casa que se encontraba cerca de los dos.

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