Capítulo II Un esposo y un hermano

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CASTILLO DE HIGH TIDE

AÑO 120 D.C

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En esos precisos momentos en donde la princesa estaba pensando a sus adentros, ya habían pasado algunas horas y esta aún seguía adentro de la habitación sin haber descansado con su introspección. Las palabras de su padre, falsas y las de Jace, la hacían pensar, hasta que fue interrumpida por su guardia.

—Princesa —dijo Ser Erryk Cargyll entrando a la habitación, inclinándose levemente con respeto.

—¿Sí? —preguntó la princesa; no tenía intención en atender a nadie.

—Su esposo—dijo la capa dorada hacia la princesa, y se veía visiblemente preocupado.

Es cierto; después de todo este problema se le había olvidado por completo su esposo. «¿Dónde había estado Leanor todo este tiempo?».

Ni se le pasó por la mente ese detalle.

—Traedlo ante mí —ordenó la princesa—. Id acompañado de Ser Harrold Darke, por favor.

Mientras transcurrían los minutos, Rhaenyra, que no se había movido en ningún momento, acariciando con nerviosismo su cicatriz, permanente, debía hablar seriamente con su esposo y cuestionarlo por su desaparición la noche anterior, estaba visiblemente disgustada.

En eso tocaron la puesta y entraron sus dos guardias, junto con Leanor. Se le veía algo apenado por la situación. Esta lo miró de arriba abajo, percatándose de que sus ropas estaban sucias y su cabello en rastas desordenado; ya se imaginaba todo.

—Me pueden decir dónde estaba —le preguntó la princesa a Ser Erryk Cargyll sin quitar su mirada hacia su esposo, con la mirada más fulminante que Laenor podría haber recibido de alguien.

—En los establos del castillo, a su lado estaba Ser Qarl Correy, princesa —al decir esto, Rhaenyra frunció el ceño levemente.

—Gracias, mis Lores, pueden retirarse.

Al decir esto, los dos caballeros salieron del salón en silencio, ambos notando la pelea que se le venía al pobre Laenor.

—Leanor... —al abrir la boca, un ligero aliento de calma desesperada salió de su boca, tomando por sorpresa a su marido, que mínimo esperaba un grito. —No puedo creer que... Mientras yo enfrentaba a las víboras de Alicent y Otto Hightower... ¡Tú estuvieras divirtiéndote con uno de tus escuderos! —el grito no se fue a esperar, estremeciendo a su confundido y ya achantado marido.

—Yo... Lo siento, Rhaenyra... No sabía nada hasta que...

—¿Solo sabes decir eso? —dijo, carraspeando su garganta, sonaba con un perro rabioso—. Diez años, Leanor... He aguantado tus caprichos, tu falta de compromiso en nuestro acuerdo, por el bien de nuestro matrimonio. ¿Cuánto más me deben de lastimar para que entiendas? — Rhaenyra se acercó a su esposo enseñándole levemente su herida. Con su ceño fruncido, sus ojos no eran de enojo sino de preocupación.

EL DEBER DE LA REINA──RHAEGON [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora