Capítulo 8

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Suena la campanilla de un nuevo cliente, es muy temprano para estar recibiendo alguien al restaurante, pero imagino que es alguien del pueblo, olisqueo un poco y efectivamente alguien del pueblo.

-Buenos días, Alonso, sé que es muy temprano, pero hoy saldré a la ciudad para surtir la tienda y necesito un desayuno y almuerzo practico.

-Por supuesto Señor Adrián, que desea pedir. – este señor es uno de los encargados de las tiendas de abarrotes de la ciudad, con su mini super ayuda a muchas personas aquí, teniendo de todo un poco en su lugar.

-Un licuado natural de fresas con almendras y un sándwich imperial, el licuado por favor con leche de almendras.

-Por supuesto, estoy en ello, por lo pronto espere un poco. – me apresuro a entrar en la cocina.

Estoy terminando de preparar el pedido del señor Adrián cuando detecto su olor característico, en estos últimos días no la había visto o cuando llegaba a pedir comida yo estaba dentro de la cocina y solo la escuchaba y olía, desde aquella noche que no hemos cruzado mirada, salgo del lugar para entregar el pedido.

-Gracias Alonso, hasta luego.

-No hay de que Señor Adrián. – recibo el dinero y lo guardo en su caja. -Bienvenida Valeria, ¿qué desea pedir hoy?

-Hola Alonso, deseo un desayuno completo por favor, para llevar.

-Claro Valeria, que paquete desea.

-El dos, el jugo, sándwich imperial y la fruta que sea solo melón., si no es tanta molestia. – está describiendo su desayuno cuando escucho que llega Ángel a la cocina.

-No te apures, me pongo en ello. – entro a la cocino y él está picando el melón, estoy por agradecerle cuando me guiña un ojo.

-Todo por la mujer bonita. – me sonríe con picardía, le devuelvo la sonrisa y entre los dos terminamos antes de lo esperado el paquete.

Cuando estoy empaquetado todo, llega Patricio al restaurante, ahora si oficialmente abrimos el restaurante, voy saliendo del lugar cuando Patricio empieza hacer el desayuno para los tres.

-Aquí tienes tu paquete Valeria.

-Gracias toma. -me da en la mano el dinero, le estoy cobrando cuando agrega.

- Alonso, la otra vez...la otra noche...no sé qué me paso, quizás la fecha y el ambiente que se veía me puso un poco nostálgica, siento que me vieras de esa manera tan lúgubre, lo siento.

-No tienes por qué disculparte, simplemente eran esos días en lo que uno se pone reflexivo. – agrego, pero me las estoy diciendo más a mí que a ella, porque al igual que ella, yo andaba demasiado melancólico y sombrío. Intento no ponerme incomodo con las palabras que le dedica sabiendo que yo me encuentro igual o peor que ella, sonrió un poco para disfrazar mi incomodidad y agrego. – aparte el ambiente se prestó llenos de alegría y melancolía donde te hace pensar aquellos momentos felices como los tristes, eso es lo que hace mágico este festival.

La observo con ternura, ella ha caído en la magia del pueblo en estos días, a muchos les pasa eso lo hace tan magnético de visitar en este gran festival hay una mezcla de emociones que te resulta atrayente de vivir a flor de piel.

Le termino de dar su cambio en su mano y en la otra el paquete de su almuerzo del día de hoy; me dedica una pequeña sonrisa que no llegan a reflejarse en sus ojos.

-Animo Valeria, estas fechas es para disfrutarse con sus seres queridos y amigos.

-Pero que pasa si uno quiere alejarse de todos aquellos seres queridos.

Conforme habla su voz cada vez es más baja, con mi audición de lobo escucho sus palabras claramente, cualquier ser humano no hubiera podido escuchar lo último.

-Solo queda hacerse de nuevos seres queridos y en estas fechas son ideales, aquí la gente es muy acogedora y cálida, así que estas en el lugar indicado, el pueblo es mágico. – digo con certeza.

-Eso espero, por eso llegue a este lugar para tener un nuevo comienzo, gracias, Alonso por tus palabras. Bonito día.

Con eso se da media vuelta y sale del restaurante, me intriga un poco su historia, es una mujer bella y joven porque se viene a vivir sola en una cabaña que se está haciendo añicos lejos de la gran ciudad, algo fuerte tuvo que haber pasado para que ella tomara esa decisión.

Pasan horas hasta que llega el atardecer y le informo a Ángel y Patricio que iré un momento a la ferretería del pueblo a recoger unos encargos.

-Ve con ciudad y no te preocupes nosotros hacemos el corte y cerramos.

-Si. Así que ve con cuidado.

Ambos se despiden y yo solo hago un gesto con la mano de despedida. Minutos después estaciono la camioneta frente al local y bajo, cuando entro me recibe el señor Miguel, con una sonrisa.

-Joven Alonso que bueno que lo encuentro, va llegando mucha mercancía y justo lo suyo lo acabo de reunir en esta caja. – observo que tiene muchas cajas amontonadas en un rincón y un poco alejada de esas cajas veo la caja con letras grandes ALONSO.

-Gracias Señor Miguel, es tan amable de tenerlas así. -Pago el pedido y cuando estoy a punto de irme, me detiene a un metro de la puerta.

-Joven Alonso, me podría hace run gran favor, claro si no es mucha molestia. – me dice rápidamente.

- Claro, dígame en que le puedo ayudar.

-Podría llevar esas cajas en su camioneta al comprador a su casa, lo que pasa es que lo dejo todo pagado, pero no he tenido tiempo de llevar todo su material.

-Por supuesto, me escribe su dirección para dejárselo y me podría indicar las cajas que le pertenece a esa persona.

Juntos subimos todas las cajas en mi camioneta cuando dejo la última caja me da una pequeña nota donde viene la dirección.

-Muchas gracias, joven Alonso, le agradezco mucho.

Arranco la camioneta y me despido del señor Miguel; cuando abro el papelito que me entrego y me doy cuenta de quien es pedido no sé cómo reaccionar, así que espero que no se enfade de verme a cada rato.

Cuando llego m estacione en reversa para facilitar el bajar cada caja. Bajo de la camioneta y toco la puerta, tarda unos segundos cuando escucho unos pasos lentos acercarse a la puerta principal, cuando esta se abre me sorprende verla en ese estado.

Esta llorando con la cara totalmente roja, cuando me observa veo como sus ojos se abren ligeramente y si se pudiera pasar veo que se sonroja aún más de lo que ya está.

- ¿Perdón Alonso, a que debo su visita?

-Perdón por interrumpir algo, pero me manda el señor Miguel para entregarle su pedido. – no sé qué más decir, no sé porque se encuentra en ese estado tan depresivo, su característico a olor está un poco rancio por el sentimiento de tristeza que tiene.

- ¿Qué?! A sí, claro, deja recoger las cajas, lo siento. – no deja de disculparse y la verdad no sé porque lo hace, sino ha hecho nada malo.

Paso a su casa y me impacta su estado. Trato de disimular mi asombro e incomodidad, siguiendo sus pasos. 







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