Capítulo V

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En la penumbra de la celda, Emma y Will ocupaban sus respectivos rincones, separados por la distancia física pero unidos por un lazo de complicidad y apoyo que que trascendía las barreras del encierro. La suave luz que se colaba por la ventana iluminaba tenuemente la habitación, creando una atmósfera de misterio y camaradería compartida en medio de la oscuridad circundante.

La voz de Will resonó en la penumbra con la inquietud palpable en sus palabras.

—¿Crees que Darius nos está ocultando algo más?, Siento que hay secretos en esta prisión que aún no hemos descubierto.

Emma, con la mirada fija en el horizonte invisible de la celda, respondió con determinación— No tengo tengo todas las respuestas, pero hay una energía en el ambiente que nos indica que hay más en juego de lo que vemos, así que mejor que trabajemos juntos para poder salir con vida de este sitio que parece que no han limpiado en meses.

El susurro del viento que se colaba por la ventana parecía llevar un mensaje de esperanza y renovación, mientras las sombras danzaban en las paredes en las paredes como testigos silenciosos de su diálogo. Emma y Will compartieron un gesto de complicidad en sus miradas, fortaleciendo su vínculo invisible pero tangible en la adversidad.

Antes de que pudieran profundizar en sus pensamientos, un rayo de luz iluminó fugazmente la celda, enfocando la determinación reflejada en sus ojos y reforzando su mutua confianza en ese instante de claridad.

En ese destello efímero, el lazo entre Emma y Will se fortaleció, recordándoles su propósito compartido de buscar la verdad y la redención en medio de las sombras.

Una Semana Y Medio Después:

Un guardia de seguridad abrió la puerta causando un fuerte chirrido, tan molesto como rallar una pizarra o hablar con la boca pegada al micrófono.

—Emma... Brown, por qué tu apellido significa marrón en inglés, en fin, da igual, acompáñame a la salida, ya sales de la cárcel, eh, delincuente— bromeó alzando una ceja.

—¡Qué!, pe... pero yo...— titubeó ella.

—Por mi te quedas aquí, te aviso— amenazó el guardia de seguridad.

—Va... vale, pero déjame decirle unas palabras a Will, por favor— suplicó ella.

—Mmm, le vas a declarar tu amor imposible, perfecto para una película, lo único que falta son las palomitas, un sofá y una manta calentita— siguió bromeando— bueno, vale, al menos déjame quitarte las esposas.

Se acercó a ella con una sonrisa atrevida y le desató las cadenas lentamente. Emma se levantó, se estiró un poco y se dió cuenta de que Will tenía la boca abierta, seguro que era por la impresionante flexibilidad que poseía. Se acomodó el pelo y se sacudió la ropa.

Se acercó a la oreja de Will y le susurró algo al oído, él asentía lentamente, Emma se apartó de él y le guiñó un ojo.

—Ah, Will... Storm, también tienes que venir con nosotros— dijo el guardia simulando un bostezo.

—¡¿En serio?!— dijo Will asombrado y esperanzado.

—Sí, cállate antes de que cambie de opinión— dijo el guardia agarrando del brazo a la mujer que era diminuta en comparación al hombre apuesto que llevaba un traje policial y tenía el pelo de un color anaranjado y los ojos de un tono parecido.

Will se soltó de las cadenas sin necesidad de ayuda llevado por la ilusión.

—Ups— soltó Emma— Eso no iba en el plan.

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