—Samantha, lo siento mucho. No quería que las cosas terminaran así. Eres mi mejor amiga, y no quiero perderte. Por favor, si puedes, hablamos y lo arreglamos.
Esperé, con el nudo en el estómago, sin saber si Samantha siquiera me respondería. La pantalla de mi teléfono seguía en silencio . La ansiedad comenzó a apoderarse de mí, así que, en un impulso, decidí llamar a Kai. Le pedí que viniera a casa; necesitaba respuestas.
Cuando llegó, lo recibí con una mezcla de inquietud y certidumbre que se reflejaba en mis ojos.
—Kai, necesitamos hablar —dije, esforzándome por mantener la voz firme.
—¿Qué pasa ahora? —dijo él, dejando entrever su irritación en cada palabra.
—He estado pensando mucho, y necesito saber la verdad. ¿Realmente pasó lo que dijiste anoche? No recuerdo nada, y no parece algo que yo haría.
—No empieces con tus gilipolleces, ¿vale? —dijo Kai, pero había algo que me decía que no estaba siendo totalmente sincero
Lo conocía demasiado bien para ignorarlo. La incomodidad en sus palabras y la mirada no eran propias de él. Mi corazón comenzó a latir más rápido, y un presentimiento se asentó en mi pecho. Sentí que discutir con él no nos llevaría a ninguna parte, no en ese momento.
—Está bien —dije, esforzándome por sonar convincente, aunque en el fondo sabía que algo no estaba bien.
Kai no estaba siendo sincero, y eso me aterrorizaba más de lo que estaba dispuesta a admitir. Mientras él se alejaba, la duda se afianzaba en mi mente, y un frío inquietante se apoderaba de mí.
¿Y si Samantha tenía razón? — me susurraba mi conciencia. —
¿Sería capaz de hacer algo así Kai ?
Las preguntas se multiplicaban en mi mente, un torbellino de incertidumbre. Me atormentaba la idea de ser una mala persona por no creer en Samantha, y me sentía igualmente culpable por no confiar completamente en Kai, ya que no tenía toda la información.
De repente, un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos. Esperaba que fuera papá regresando del trabajo. Pero al abrir la puerta, no encontré a papá. En su lugar, allí estaba Samantha, y el impacto de verla allí me dejó paralizada. No podía imaginar que ella estuviera frente a mí en ese momento.
—Hola —dije, impactada de verla allí.
—Hola, Luna —respondió Samantha con un tono suave y triste.
—Perdona, de verdad, no quería perderte. Quiero que sigamos siendo amigas, pero no sabía qué hacer. No sabía qué creer y me sentía agobiada. Me siento súper mal. Soy una amiga horrible. Debería haber sido mejor persona contigo —dije, sollozando entre lágrimas.
—Tranquila, no pasa nada. Te entiendo. Todos cometemos errores, y yo también fallé al no intentar entenderte mejor. Era difícil para mí también, porque veía las cosas de manera diferente.
—¿Entonces estamos bien? —pregunté con una mezcla de esperanza e incertidumbre.
—Claro —respondió Samantha con una sonrisa que comenzó a iluminar su rostro.
Nos acercamos y nos dimos un abrazo. Era un abrazo lleno de sinceridad y cariño como si estuviéramos tratando de transmitir todo lo que no habíamos dicho en palabras. El contacto físico fue reconfortante; sentí cómo el peso de la culpa y la tristeza se alejaban un poco. El abrazo duró unos segundos, pero en ese breve momento, sentí que nuestra amistad estaba como si nada hubiese pasado .
Pero entonces Samantha se apartó delicadamente y me miró con una expresión de tristeza.
—¿Qué pasa? —dije, preocupada.
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La chica de las constelaciones
RomanceLuna, una joven apasionada por la astronomía, se encuentra en un punto crucial de su vida. Desde que era una niña, ha soñado con estudiar astronomía en una universidad reconocida al otro lado del mundo. Sin embargo, su camino hacia ese sueño está ll...