4. Tensiones Veladas

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Los días desde la lujosa fiesta en la mansión Hawke habían transcurrido con una aparente calma en Sablehaven, aunque Ariella Storm no podía deshacerse de la sensación de inquietud que se cernía sobre ella. Desde la inesperada llegada de Hunter, las cosas habían cambiado en Storm Manor. Su hermano mayor había permanecido en la ciudad, y aunque habían compartido algunas palabras desde aquella noche, la distancia emocional entre ellos era evidente.

La muerte de Cody había dejado una herida profunda en la familia, una que el tiempo no parecía capaz de sanar. Hunter se había vuelto más reservado desde entonces, más distante, y Ariella sabía que estaba involucrado en asuntos que no le había confiado. Lo que no sabía era cuánto de esos asuntos la afectaban directamente, y quién más estaba involucrado.

No era hasta una tarde tranquila, sentada en su oficina en Storm Manor, cuando comenzó a sospechar que las cosas eran más complicadas de lo que parecía. Mientras revisaba algunos documentos sobre las operaciones comerciales del clan, Ariella encontró algunas transacciones recientes que no cuadraban del todo. Transferencias a cuentas de dudosa procedencia, inversiones que habían sido realizadas sin su conocimiento, y nombres que no había visto antes.

Se detuvo al ver una de esas firmas: Hawke Enterprises.

Su sangre hirvió al instante. ¿Qué demonios hacían los hermanos Hawke involucrados en sus negocios? Ariella había tratado de mantener el trato con ellos a distancia, especialmente después de lo ocurrido con Cody. Sabía que su muerte no había sido casual, y aunque nunca se había probado nada, la sospecha de que los Hawke habían estado de alguna manera involucrados nunca había desaparecido por completo de su mente.

Respirando hondo, cerró los ojos por un momento, intentando mantener la calma. No podía permitirse perder el control, no ahora. Hunter estaba haciendo algo a sus espaldas, algo que la afectaba directamente, y si los Hawke estaban involucrados, debía averiguar hasta dónde llegaba la traición.

Ariella cerró los documentos con fuerza, conteniendo su ira, y se levantó de su escritorio con un propósito claro. Tenía que enfrentar a Hunter y exigir respuestas. Sin embargo, antes de que pudiera actuar, sintió la necesidad de despejar su mente. Con toda la tensión que había acumulado, necesitaba un respiro, y sabía exactamente dónde podía encontrarlo.

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El aire fresco de la tarde le golpeó el rostro al salir de Storm Manor. Sin rumbo fijo, caminó hacia una pequeña cafetería en el centro de Sablehaven, un lugar tranquilo que siempre había sido un refugio para ella cuando necesitaba pensar. El lugar no era especialmente elegante ni destacado, pero tenía un encanto rústico que le daba una sensación de paz.

Al llegar, entró y pidió su café habitual, luego tomó asiento en una mesa junto a la ventana. Desde allí podía observar el ir y venir de la gente en las calles, sus vidas aparentemente sencillas en comparación con el caos que envolvía la suya.

Tomó un sorbo de café, el calor de la bebida reconfortando sus nervios tensos, pero sus pensamientos seguían girando en torno a los Hawke. ¿Qué pretendían? ¿Qué buscaba Hunter involucrándose con ellos? Y sobre todo, ¿cómo podía haber dejado que esto ocurriera sin darse cuenta?

Sumida en sus pensamientos, no notó al principio la figura que entraba en la cafetería, pero una presencia familiar la hizo levantar la vista. Allí, de pie junto a la barra, estaba Raphael Hawke.

Él no la había visto todavía, lo cual era una pequeña bendición. Raphael era el hermano menor de Jaxon, conocido por ser el más reservado de los dos, aunque eso no lo hacía menos peligroso. Era serio, calculador, y aunque no compartía el mismo carisma explosivo de Jaxon, había algo en él que inquietaba a Ariella profundamente. Tal vez era su capacidad de permanecer en las sombras, de observar sin intervenir, o tal vez era simplemente el hecho de que, al igual que su hermano, formaba parte del clan que ella nunca había podido perdonar.

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