4 ~La cajita de música~

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Una frágil y hermosa bailarina de ballet, se alzó en el mismo instante en que levanté la tapa de la cajita de música.
En el centro de esta, de un color blanco que reflejaba destellos de pureza, se alzaba la figura  de marfil, gracil y delicada, de la danzarina, la cual comenzó a girar, manteniendo la elegante posición de Arabaste.
Giraba y giraba al compás de la melodía dulce y calmada de una canción de cuna, ajena a la oscuridad de la vetusta morada y las tinieblas que dormitaban en su interior, desafiando al silencio asfixiante de la estancia con el dulce tintineo de su melodía.
Mis ojos la observaban absortos, clavadas en ella mis pupilas, como el capitán de un barco a la deriva en la niebla, que divisa la tenue luz de un faro lejano.
Tan serena, tan ausente, desprendiendo reflejos blancos en su suave y pulida superficie de marfil, iluminada por el halo de luz que se filtraba por el agujero en el
Techo de la habitación.
Escuché esa melodía que llenaba el vacío de mi interior nota a nota, como si estuviese bebiendo un vaso de frescas promesas naturales, recogidas con mimo a la vereda de un cristalino río que alberga en su corriente el agua pura de la nieve derretida de una lejana y solotaria montaña.
Poco a poco la melodía se fue desvaneciendo, como una sonrisa forzada ante un nuevo fracaso, la música se extinguía, como los segundos que vamos dejando atrás por el avance propio de la vida misma.
Finalmente silencio, de nuevo la morada se sintió vacía, como un corazón sin amor, parecía que las sombras se alzaban de nuevo, devoraban lentamente cada rincón, cada palmo de la habitación. Arrebatando sin piedad en un ataque subrepticio cada centímetro de claridad que la cajita había conquistado con su melodía.
Pestañee varias veces y froté mis ojos, divisando coloridas fotopsias que contrastaban con la negra oscuridad que me envolvía, flotando en la nada ante mí como entes espectrales de colores vívidos.
Cerré la cajita de Ébano encajando su frágil y hermoso cierre, el cual produjo un leve "clack" al encajar, como una sutil y acongojada despedida entre ambos.
Mire de nuevo la oscura y suave madera de la caja, pasando mis dedo indice por la fría superficie de los detalles de metal que la adornaban para finalmente, deslizarla con sumo cuidado y tacto en el interior de mi bolsillo.
No podía verla, pero podía sentirla, podía apreciar su forma en el interior de mi vestimenta y aunque las negras sombras de la casa me envolvían, sabia que la bailarina, de un marfil impoluto y radiante, en su interior, esperaba poder realizar otro hermoso baile en algún momento futuro, pues aunque ahora se hallaba encerrada y oculta, estaba a buen recaudo, dormitando en algún lugar junto a mi, sin ceder a la penumbra.

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⏰ Última actualización: Aug 25, 2024 ⏰

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