Parte XVI

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Isaias, con lágrimas en los ojos, le dijo a Lily: "Fui un tonto por creer que habías cambiado. Pero supongo que nunca cambias, ¿verdad?"

Lily se rió burlonamente. "¡Claro que no! ¡Soy la misma de siempre! Y tú eres el mismo tonto que siempre fuiste".

Isaias se dio la vuelta para irse, pero Lily y Percy lo detuvieron. "No te vas sin ser tratado como la basura que eres", le dijo Lily con desprecio.

Percy se acercó a Isaias y lo empujó contra la pared. "Sí, tú eres la basura que siempre nos estorbó", le dijo.

Lily se unió a Percy y empezaron a burlarse de Isaias, a humillarlo y a tratarlo como si fuera menos que nada. Isaias se sintió como si hubiera sido destruido por completo.

En ese momento, Isaias supo que había llegado al final de la relación. Lily y Percy habían demostrado su verdadero carácter, y él no podía seguir sufriendo por su causa. Decidió que era hora de irse, de alejarse de aquellos dos y empezar a reconstruir su vida.

Lily y Percy, en un arrebato de furia y desprecio, empezaron a golpear a Isaias. Lo golpeaban en el rostro, en el pecho, en la espalda... Isaias trató de defenderse, pero era demasiado para él.

Cada golpe era como un cuchillo que se clavaba en su alma. Isaias sentía que su mundo se derrumbaba, que todo lo que había creído y amado se desvanecía.

Lily y Percy no paraban de golpearlo, no paraban de insultarlo y humillarlo. Isaias se sintió como si estuviera en un infierno, como si estuviera siendo torturado sin piedad.

De repente, todo se detuvo. Lily y Percy se detuvieron de golpearlo y se miraron a Isaias con desprecio. "Eres basura", le dijeron. "No vales nada".

Isaias se desplomó en el suelo, exhausto y herido. Sabía que tenía que salir de allí, que tenía que alejarse de aquellos dos para siempre. Pero no podía moverse, no podía hacer nada más que llorar.

Isaias, con gran esfuerzo, se levantó del suelo y se alejó de Lily y Percy. No miró atrás, no quería ver sus caras despreciables nunca más.

Salió de la casa abandonada y se dirigió a la calle, sin saber hacia dónde ir. Solo sabía que tenía que alejarse de aquel lugar, de aquellos dos.

Mientras caminaba, Isaias sintió una mezcla de emociones: dolor, tristeza, rabia... Pero también sintió una sensación de liberación. Sabía que había escapado de una relación tóxica, de una relación que lo había estado destruyendo poco a poco.

Isaias siguió caminando, sin mirar atrás, hasta que llegó a un parque cercano. Se sentó en un banco y se permitió llorar, permitió que las emociones salieran.

Después de un rato, Isaias se secó las lágrimas y miró hacia adelante. Sabía que tenía un largo camino por recorrer, pero estaba listo para enfrentarlo. Estaba listo para empezar de nuevo, para encontrar la felicidad de nuevo.

Amor EnvenenadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora