Limerencia.

Revolucion.

Hola me llamo Ángel -tartamudeé- tengo 16 años de edad y mi familia cree que tengo depresión–Le decía al psicólogo quien me veía con una mirada extraña- la base de mis problemas con bajo autoestima fueron derivadas a la falta de aceptación de mí mismo cuando tenía alrededor de 11 años, cuando entre a la secundaria me opere la nariz, enflaque como pendejo, ejercicio todos los días a todas horas, me llenaba con agua para no comer y lo cual origino la enfermedad que tengo ahora; anemia.

Supongo que la sociedad me hizo así –le decía- así como que tengo que ser más delgado, más guapo, el mejor en todo, mis calificaciones son arriba de 9, mi abdomen es plano y mi vida una mierda.

A medida que me proponía algo nuevo en mí mismo me di cuenta que a las personas no les gustaba mi nuevo aspecto físico, no les agradaba que yo fuera de esta forma ahora, entonces es cuando entre un verdadero cambio; me empezó a valer verga todo, me hice un hijo de puta en todos los sentidos, a las personas nunca las tuve contentas.

Psicólogo: Nunca las tendrás contentas, no puedes darles gusto a todos, es imposible.

-Proseguí después de su estúpida interrupción- Exacto –Le dije- Nunca las tendrás contentas, es por eso que mande a las personas junto con mi familia a la mierda y me aislé en mi cuarto donde me sentía seguro, ahora piensan que tengo depresión y que seguramente me autolesiono.

Psicólogo: Pero tú no eres feliz, como pretendes hacerles creer a tu familia que no te importa.

Yo: De la misma forma que usted pretende que yo le importo y si no es mucha molestia tengo que irme.

Abandone el consultorio y deje al señor con una mirada un tanto extraña, mi conducta me está llevando a la mierda el tan solo quiere ayudarme y lo estoy mandando al carajo, porque mierda soy así, cuando alguien se acerca demasiado me alejo o lo alejo, soy un egoísta, pero me da miedo que vean mis cicatrices, esas que no se ven ni se tocan, esas que duelen más que las físicas.