En Alemania había un clima frío pero no sé comparaba al frío de Rusia , para el soviético era cómo estar en pleno verano, no había nieve en el suelo que crujiera cuando la pisará, extrañaba su tierra pero como sabía que seria poco tiempo no le importaba tanto, tampoco era un clima insoportable, el ruso no podría vivir nunca en un lugar como Brasil o algún país caluroso, se le sería imposible. Miraba la pared de la casa alemana donde se había instalado con cierto descontento, había una pequeña mancha cuando todo lo demás tenía una apariencia pulcra, le pareció algo estresante, tomó su abrigo colgado al perchero metálico cerca de la puerta y salió caminando.
— A dónde vas papá? - Rusia lo había visto mientras bajaba de las escaleras, no le importaba que su padre saliera de hecho eso era bueno, lo raro es que no le diga nada cuando están en otro país y simplemente podría perderse.
— Yo conozco Alemania, tal vez incluso mejor que tú amigo.
Y se fue.
Por la noche se había perdido.
Durmió en el parque y era Europa, no había de qué preocuparse, nadie iba a robarle. Dormía en un banquillo cerca de unas flores, a simple vista se podría decir que se veía aesthetic, sin embargo a la mañana siguiente la mala postura produjo consecuencias (un dolor de espalda insoportable).
Siguió caminando, recorrió toda la ciudad pero cada vez parecía estar más lejos del lugar donde se había alojado, Alemania cambió mucho desde la última vez que había pisado esas tierras, recordaba ver muchos militares vestidos con trajes negros muy elegantes, entre ellos ... El tercer imperio.
Mientras recordaba a su amigo y miraba las calles palideció, al frente suyo estaba aún una cafetería a la que concurria con frecuencia con el Reich, no podía creer que seguía dando atención, ni siquiera lo pensó bien y entró emocionado, bueno la URSS era inexpresivo pero abrió un poco más los ojos de lo que es normalmente los tenía. Cuando vio su mesa pudo distinguir un hombre que se le hizo muy conocido, se congeló pensando en lo parecido que era al tercer imperio alemán, era tan parecido que casi podía jurar que era él.Una mesera se hacerco al ruso y le pregunto su orden, el la miro y pidió un café y galletas integrales.
— Hay algo más que guste? En qué mesa lo va querer?
— Lo quiero en la que está enfrente de la ventana por favor - Volteo a ver y el hombre ya no estaba, entonces abrió la boca sorprendido, solo dejo de mirar unos segundos y el tipo desapareció como por arte de magia.
Volteó a mirar a todas partes pero no había nadie.— Oiga ¿El hombre que estaba aquí hace un momento frecuenta el lugar?
— ¿Quién?
— El que se sentó en la mesa cerca a la ventana.
— Disculpe señor, aquí no había nadie...
El ruso se asusto un poco pero no tomo mucha importancia, tal vez tomar tanto vodka le pudrió el cerebro y veía cosas que no habían, no sería tan raro de hecho.
— B-bien gracias señorita.
Ahora estaba nervioso, no sabía por qué se sintió así, pensar que su amigo seguía con vida ¡Que locura! Era imposible. Se sentía como un loco de esos que se inventaba cuentos en la cabeza y hablaba con gente muerta o amigos imaginarios.
Se sentó en esa mesa sintiéndose como un desquiciado, un viejo con demencia senil, si bien no tenía la apariencia de un viejo o un señor mayor se sentía así, era estresante ser un país por qué vivía más de lo que un humano podía y su apariencia permanecía intacta desde los 20 o 30, no sabía bien en que edad se quedó pero ahí estaba, solo y con visiones repentinas que lo hacían volver a recordar el pasado una y otra y otra vez.
Mientras él se lamentaba mirando a un punto ciego en la mesa llegó la orden.— Cuánto es? - Sacó dinero de una de sus botas y la joven solo lo miró asqueada.
— 5 euros señor...
El ruso pagó y empezó a comer sin necesidad de lavarse las manos, un animal que a pesar de comer de forma antigénica parecía comer con elegancia, venia de una familia con dinero, modales en la forma de sostener los cubiertos no faltaban, no lo culpen tanto, sus manos estaban sucias pero no agarraba la comida directamente con su tacto.
Mientras tanto en otro lado de la ciudad el menor de los rusos se agarraba de la cabeza entrando en pánico.
— ALEMANIA, MI PADRE NO A VUELTO DESDE EL DÍA DE AYER ¿CÓMO SE SUPONE QUE ESTARÉ TRANQUILO?
— No me grites Rusia, yo no tengo la culpa.
El ruso oscureció su mirada de una forma en la que el otro no lo había visto jamás.
Rusia sin intentarlo ya se veía intimidante, ahora que se sientia en pánico se veía sacado como de una película de terror. Tenía que admitirlo, estaba preocupado por el padre del ruso pero tenía que mantenerse en calma, ya habían avisado a la policía.— Pero tienes la culpa de que mi hogar se allá quemado, si es que no recuerdas.
— Oh Rusia, lo lamento tanto, ya te dije que no era mi intención, a demás le hablé a mis mejores arquitectos, tú casa estará lista en dos meses, te lo prometo.
— Alemania estoy perdiendo la calma y si no fuera por qué nos conocemos desde chicos y aún te tengo cariño ya te hubiera dejado en coma. Mi padre está solo, quién sabe que horribles cosas pueden pasarle en un lugar que no conoce.
— No exageres Rusia, tú padre intimida más a mis ciudadanos que mis habitantes a él. - el alemán sin saber que más hacer solo le dió un abrazo a su amigo, había sido muy duro con Rusia y este a pesar de eso lo seguía queriendo como a un hermano.
— Mi padre es lo último que me queda Alemania, yo no sé que haría sin él... - Inesperadamente el hombre alto y musculoso de apariencia fría y seria comenzó a llorar silenciosamente, Rusia enserio queria mucho a su padre.
Ale se sintió culpable de la desesperación de su amigo, el se merecia el cielo, Rusia era secretamente un tipo muy emocional y cariñoso, se había olvidado completamente de aquel chico dulce que siempre fué, aquel que se ponía triste cuando mataba una hormiga y decía que la familia de la hormiga lo estaba buscando y seguramente sus hijos estaban tristes y la señora hormiga ya no tendría dinero, entonces morirían de hambre.
— Prometo nunca volver a pelear contigo Rusia, no era mi intención ser malo contigo todo este tiempo, solo que me han metido ideas muy malas sobre los rusos todo este tiempo y yo.. - El alemán termino en la misma situación, lagrimas que salian de sus ojos inevitablemente por el momento, si era incómodo pero eso ya no le importaba. - Rusia tengo que decirte algo, no lo sabe nadie mas que yo y las organizaciones, mi padre volvio hace un tiempo, él... Está vivo, no me preguntes como por qué nisiquiera yo lo sé.
El ruso dejo de llorar y solo miro a Ale con los ojos bien abiertos al igual que su boca que hacía la forma de una "O".

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La URSS en Alemania
RandomEh notado que a los lectores (específicamente a los que leen con frecuencia de esta pareja) les encanta ver sufrimiento y relaciones amorosas traumáticas, controladoras, traiciones y todo lo malo que pueda haber en una pareja. Incluso se que les enc...