Un día gris

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"Estás pensando desde el dolor, la vida no se ha acabado, Gilmore"

Kaiden Warren.

¿Por qué siento que todo el mundo parece brillar y yo cada vez siento que me opacó más? El dolor poco a poco está destruyendo mi mente, no siento que haya reversa, la mente no fluye como debe ser, ella quiere abandonarme. No sé exactamente dónde me duele, pero siento que no puedo más. Doy lo mejor de mí cada vez, me esfuerzo, pero nada parece ser suficiente, la tristeza me consume y me hace parte de ella.

Miraba el enorme vacío delante de mí, mis ojos ardían de tan solo verlo, un escalofrío me recorrió al pensar en este punto en el que había llegado.

Venía todos los días a la azotea, en cada receso. Los chicos no me decían una palabra, de hecho, tampoco quería que lo hicieran.

La soledad se convirtió en un refugio para mí.

Me estaba volviendo adicta a ella.

La brisa suave me acaricia el rostro mientras me encuentro de pie al borde de la azotea. A mis pies, la ciudad se despliega como un vasto océano de luces y sombras, con edificios que se alzan como gigantes de concreto que tocan el cielo. Siento la danza del viento en mi cabello, como si me invitara a volar, a liberarme de las ataduras del suelo.

La azotea, con su suelo de baldosas desgastadas y algunas macetas que aún desafían al tiempo, es mi refugio en la escuela. A lo lejos, se pueden ver las colinas que abrazan la ciudad, vestidas de verde, y el atardecer tiñe el horizonte de tonos anaranjados y púrpuras que más parecen un lienzo pintado por un artista loco. Miro hacia abajo, todo parece tan pequeño desde aquí.

Me acerco un poco más al borde, el corazón latiendo con fuerza, no solo por la altura, sino por la sensación de libertad que me envuelve. Es un momento de conexión, donde mi ser se siente parte de este gran entramado. Respiro hondo, llenando mis pulmones de aire fresco, sintiendo cómo el mundo se detiene por un instante. Este es mi lugar, mi rincón secreto en medio del bullicio, donde puedo soñar y planear, donde la ciudad y yo nos encontramos en un abrazo silencioso.

—¡AAAAAAAA! — exclamé con todas mis fuerzas, la brisa se llevó mi grito.

Me sentía tan fresca luego de soltarlo.

Deje escapar una sonrisa, por fin podía respirar.

Alce los brazos, cerrando los ojos y aspirando el aire.

—¡Cuidado, Gilmore!—exclamó una voz alarmada, antes de poder pensar en lo que sucedía, fui halada hacia atrás con fuerza. Aterrice en su pecho, con mi rostro metido en su cuello.

—¿Qué diablos?—dije en su pecho, adolorida.

Ambos nos logramos incorporar, se sacudió el cuerpo, colocando una mano en su espalda emitiendo un quejido.

—¡¿Te has vuelto completamente loca!?, ¿quieres morirte tan cobarde?!—gritó salvajemente. Puse una mano en mi oreja, tapando su grito.

—Eres un entrometido —respondo, cruzando mis brazos sobre mi pecho.

—Estás dejando que el dolor responda por ti.

—¿Qué sabes tú de lo que siento?—pregunte a la defensiva, cruzando los brazos.

Me lanzo una mirada de pánico.

—Eres más fuerte que esto. ¿Quieres que tus padres se mueran al enterarse de que quieres acabar con tu vida?

I hate youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora