La calma antes de la tormenta

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"Eres la única razón por la cual me levanto en las mañanas con una sonrisa y duermo como un niño pequeño. Es porque te amo, rubia"

Christopher Warren.

Antes de poder darnos cuenta, nos quedamos dormidos en la playa. El brazo de Chris reposaba en mi cintura, mi cabeza descansaba sobre su pecho escuchando el constante latido de su corazón.

Fui la primera en despertar. Abrí los ojos viendo los primeros rayos de luz, el viento era constante y las olas se sacudían pareciendo contar una historia.

Siempre he creído que el mar tiene vida, y cada ola o sacudida no es casualidad. Quizás algo la dirige, nada es casualidad en el agua.

—Buenos días, rubia —emitió Chris ronco con una sonrisa. Se acomodó un poco, metiendo su cabeza en mi pecho.

—Buenos días, guapo — acaricié la parte superior de su cabello.

—¿Dormiste bien?

—En tu pecho, dormiría toda la vida.

—Siempre sabes como hacerme sonrojar —dijo, abrazándome con fuerza.

—Parece que si —pegue mi rostro a su cabello con los ojos cerrados, su olor me envolvió.

—¿Estás bien después de lo de anoche?—la preocupación en su voz me hizo sonreír.

—Lo de anoche fue perfecto. Fue el momento adecuado con la persona adecuada. Me siento completa cuando estoy contigo.

—Fue mágico para mí también, rubia —Chris se apoyó en su brazo, mirándome.

—Te amo.

—Yo te amo más, rubia.

Ahora podíamos estar seguros de decir esas palabras.

No puedes decir un "te amo" si no lo sientes con toda la fuerza de tu corazón. Esas dos palabras son sagradas.

Un "te amo" solo tiene fuerza si en verdad lo sientes con cada latido. Es muy poderoso, porque tiene la capacidad para sanar, para amar y para destruir. Es un arma que se debe controlar, no puedes apuntar sin precisión y con cuidado, podrías salir herido.

—Mi padre nos va a regañar mucho — dejé soltar un suspiro.

—Le pediré perdón y si hace falta, me voy a arrodillar.

—La última vez nos regañó durante dos horas. No tengo cabeza para soportar eso nuevamente.

—Solo te está protegiendo.

—Pero ya te conoce —cuestione.

—Aun así, sigue siendo tu padre. Él intenta protegerte de todo.

—De ti, no me debería proteger, nunca me harías daño.

—Así es, pero protegerte es un acto de amor que hace. Si yo tuviera una hija alguna vez, también sería así —su confesión me hizo sonreír.

—Serias un buen padre, Chris.

—Contigo a mi lado sin duda alguna.

—Quiero tener diez hijos contigo.

—¿Diez? —se escandalizó —. Primero tendremos uno y a medida iremos viendo, rubia.

—Los que Dios quiera para nosotros, esos serán los más amados.

—Eres hermosa, ¿lo sabías?

Chris se acercó, dejando un beso dulce y largo sobre mis labios.

—Cada vez que estoy contigo, me siento completo. Es como si fueras mi vitamina personal.

I hate youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora