Capítulo 7-Buscando a Dayland II

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[Aetheria]

Aetheria era un reino de contrastes

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Aetheria era un reino de contrastes. A primera vista, sus calles estaban bien cuidadas, los edificios majestuosos se alzaban con orgullo y sus habitantes se movían con la rutina tranquila de aquellos que creen estar protegidos por muros sólidos y guardias armados.

Pero Nora, con su experiencia, podía ver más allá de la fachada. Podía sentir la podredumbre escondida bajo la superficie.

La corrupción y la decadencia acechaban en las sombras, y se reflejaban en los rostros de los hombres desesperados y las mujeres agotadas que deambulaban por los callejones menos frecuentados.

Sabía que un reino así era un blanco perfecto para las fuerzas demoníacas.

Después de llegar a Aetheria, Nora había adoptado su apariencia humana, ocultando su esencia de demonio.

Con su largo cabello negro, ojos morados y una vestimenta sencilla, podría pasar fácilmente como una viajera cualquiera.

Pasó varias horas siguiendo el rastro de Dayland, escuchando rumores y preguntando a aquellos que podían saber algo.

Finalmente, llegó a una taberna pequeña y discreta en uno de los barrios más alejados del centro.

La madera vieja crujió bajo sus pies cuando entró.

El ambiente era cálido y denso con el olor de cerveza y comida cocinada.

-¿Buscas a alguien, forastera?-le preguntó el tabernero, un hombre robusto de rostro severo, mientras limpiaba una jarra con un trapo sucio.

Nora deslizó una moneda de oro sobre la barra y sonrió levemente.

-Estoy buscando a un hombre llamado Dayland.

-Cabello rojo, ojos oscuros. Me dijeron que podría haber estado por aquí.

El tabernero tomó la moneda y asintió, su mirada se suavizó al instante.

-Sí, lo vi. Estuvo aquí hace unos días. Se fue después de unas horas...

-Dijo que iba a la plaza central.

Nora inclinó la cabeza en señal de agradecimiento y salió de la taberna.

En la plaza central, encontró un rastro de caos.

El suelo estaba marcado con quemaduras, y las paredes de los edificios cercanos mostraban manchas de hollín.

Se detuvo en el centro de la plaza, mirando las cicatrices de lo acontecido.

"Espero que no se muriera quemado"

Observó los alrededores y se acercó a un grupo de personas que conversaban en voz baja.

Las aventuras del duo intrépidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora