Las noches comenzaron a volverse interminables. Cada vez que cerraba los ojos, el diner se materializaba en mi mente, un espacio de pesadilla donde el tiempo se doblaba sobre sí mismo y los muros se cerraban, atrapándome en una repetición interminable. Y Vicky estaba siempre allí, un espectro inalcanzable, flotando en el límite de mi visión, como una sombra que nunca lograba abrazar.
Me encontraba sola en mi cama, con los ojos fijos en el techo, esperando que el sueño me tomara por sorpresa. Pero cuando finalmente me rendía al agotamiento, no encontraba alivio. En lugar de sumergirme en el olvido, era arrastrada de nuevo al diner, como si mi mente estuviera encadenada a ese lugar.
En estos sueños, la claridad era aterradora. No había la distorsión habitual que acompaña a los sueños, no había confusión. Todo era nítido, real, como si de verdad estuviera allí, sentada en mi asiento habitual, con el café humeante frente a mí y Vicky a mi lado, siempre a mi lado.Las conversaciones que nunca tuvimos en la vigilia se desarrollaban en el sueño con una precisión inquietante. Hablábamos de cosas triviales, de la comida, del clima, pero había un trasfondo oscuro, una tensión que lo impregnaba todo. Y, en medio de todo eso, mi obsesión por ella crecía, se expandía, consumiéndome.
"¿Alguna vez te has sentido atrapada?" le pregunté una noche, en uno de esos sueños. Mi voz sonaba extraña, hueca, como si proviniera de un lugar profundo dentro de mí.
Vicky levantó la mirada de su taza, sus ojos eran pozos oscuros de los que no podía escapar. Había una tristeza infinita en su expresión, una desesperanza que me resonaba en lo más hondo.
"A cada rato," respondió, su voz un susurro que se perdió en el aire. "Es como si no hubiera salida, como si estuviéramos condenadas a repetir lo mismo, una y otra vez."
Sentí un escalofrío recorrerme, pero no era miedo, era algo más profundo, más visceral. No quería creerlo, no quería aceptar que estábamos atrapadas en ese ciclo interminable, pero lo sabía. Lo había sabido desde el principio, desde el primer día que la vi, desde la primera vez que el café había tocado mis labios en ese lugar.
Las conversaciones continuaban, cada una más oscura que la anterior. Vicky comenzó a hablar de cosas que nunca me había mencionado en la vigilia. De su infancia, de su familia, de personas que nunca había conocido, pero de quienes hablaba con una familiaridad escalofriante. Cada palabra que pronunciaba era como un puñal, perforando la frágil burbuja de realidad en la que me había refugiado.
Una noche, el sueño cambió. Ya no estábamos sentadas en nuestras sillas habituales. El diner estaba vacío, las luces parpadeaban en la oscuridad, proyectando sombras que se alargaban y deformaban a medida que caminábamos hacia la puerta. Sabía que algo estaba mal, que no deberíamos salir, pero no pude detenerme.
Vicky caminaba delante de mí, su delgada silueta delineada por la tenue luz de neón que se filtraba por las ventanas. Su mano se posó en la manija de la puerta, y por un instante, pensé que todo estaba a punto de cambiar, que íbamos a escapar. Pero cuando abrió la puerta, no había nada más allá. Solo otra entrada al mismo restaurante, el mismo espacio opresivo que nos había atrapado desde el principio.
"No podemos salir, ¿verdad?" dije, mi voz temblaba mientras las palabras salían. No era una pregunta, era una afirmación.
Vicky se giró hacia mí, su expresión era de resignación. No había miedo en sus ojos, solo una comprensión silenciosa de nuestra situación.
"No," confirmó, y la puerta se cerró detrás de nosotras con un clic final. "No al menos que despiertes, mi amor."
Nos quedamos allí, en el medio del diner vacío, rodeadas por el eco de nuestras respiraciones. La mesa en la que solíamos sentarnos estaba al fondo, exactamente igual a como la habíamos dejado. Pero ahora había algo diferente, algo en la atmósfera que no había sentido antes.
"Esto es todo lo que existe," dijo Vicky, su voz era un susurro. "No hay otro lugar, solo este... este círculo sin fin."
Sentí el peso de sus palabras como un yugo, aplastándome. Mi pecho se apretaba con una angustia que no podía nombrar, una desesperación que me estrangulaba. Quería gritar, correr, hacer cualquier cosa para romper el ciclo, pero sabía que era inútil. Estábamos atrapadas, y no había salida.
Empezamos a caminar de nuevo, rodeando el diner como dos espectros que no tenían lugar a dónde ir. Intenté tocarla, como lo había hecho antes, pero al igual que en la vigilia, no sentí nada. Su piel, si es que era piel, no tenía textura, ni calor. Era como tocar el aire, como si ella no estuviera realmente allí.
"¿Alguna vez sientes algo?" le pregunté, sabiendo que la respuesta no traería consuelo.
Vicky se detuvo y me miró, su expresión era de una tristeza infinita. No había necesidad de palabras, porque la respuesta estaba escrita en su rostro. No, no sentía nada. Al igual que yo, estaba atrapada en un cuerpo que no podía experimentar la realidad, en un mundo que no tenía sustancia.
El sueño se repetía noche tras noche, cada vez más intenso, más real. Empezaba a confundir los días con las noches, la vigilia con el sueño. Vicky y yo seguimos caminando, intentábamos salir del restaurante, pero siempre volvíamos al mismo punto de partida. Cada puerta que abríamos nos llevaba de vuelta, cada ventana que intentábamos atravesar nos devolvía al interior, como si el mundo más allá no existiera.
La tensión entre nosotras se volvía insoportable, pero no de la manera que había esperado. No era una tensión de atracción, sino de una desesperación compartida. Sabía que ella sentía lo mismo, que estaba tan atrapada como yo, pero no había palabras que pudieran expresar lo que estábamos experimentando. El deseo de romper el ciclo, de encontrar una salida, se mezclaba con el terror de que no hubiera ninguna. Y, a pesar de todo, seguíamos intentando acercarnos, buscando una conexión que nos era negada por la misma naturaleza de nuestro encierro.
Un día, en uno de esos sueños interminables, intenté algo diferente. En lugar de seguir caminando en círculos, me acerqué a Vicky, decidida a hacer algo, cualquier cosa, para romper el ciclo. La miré directamente a los ojos, buscando algo, cualquier señal de que había más detrás de su mirada vacía.
"¿Qué somos?" le pregunté, mi voz era apenas un susurro.
Ella no respondió de inmediato. En lugar de eso, me miró con una expresión que no pude descifrar. Había algo en su mirada, una mezcla de reconocimiento y dolor, que me hizo sentir más perdida que nunca.
Finalmente, dio un paso hacia mí, acortando la distancia entre nosotras hasta que nuestros cuerpos casi se tocaron. Podía sentir su aliento en mi piel, pero de nuevo, no había sensación, solo un vacío abrumador. Su mano se levantó lentamente, como si intentara acariciar mi rostro, pero se detuvo a medio camino, su expresión se quebró en una tristeza tan profunda que me cortó el aliento.
"No lo sé," dijo, y su voz era tan baja que apenas la escuché. "Pero, para eso, necesito saber que soy yo primero."
Me quedé allí, con su mano flotando en el aire entre nosotras, y el vacío entre nosotras creciendo hasta que fue todo lo que pude sentir.
La sensación de soledad se volvió sofocante, una oscuridad que me envolvía por completo. Estaba sola, a pesar de que ella estaba justo frente a mí. Sola, atrapada en un ciclo interminable que no podía romper, en un sueño del que no podía despertar.
Y entonces, en medio de esa desesperación, sucedió algo que no esperaba. Vicky dejó caer su mano y se inclinó hacia adelante, sus labios rozaron los míos en un gesto que fue tan breve, tan fugaz, que casi no lo sentí. Fue como un suspiro, una brisa que apenas rozó mi piel antes de desaparecer.
Pero esa fracción de segundo, ese contacto que no llegó a ser, fue suficiente para romper algo dentro de mí. Mis rodillas se doblaron, y caí al suelo, el peso de la soledad, la desesperación, y el anhelo me aplastó. Sentí las lágrimas rodar por mis mejillas, pero no había alivio en ellas, solo un dolor profundo y sin nombre.
Vicky se arrodilló a mi lado, pero no intentó tocarme. Sabía que era inútil. Nos quedamos así, en el suelo del restaurante vacío, rodeadas por la neblina de nuestros propios miedos y deseos. No había salida, y lo sabíamos. Estábamos atrapadas en un ciclo sin fin, condenadas a repetir los mismos gestos, las mismas palabras, una y otra vez.

ESTÁS LEYENDO
⌞TOM'S DINER ⌝ ── YOUNG MIKO ₊˚⊹⋆
Fanfiction⊹₊⋆𝒜hora que estás despierta, ¿sabías que fuiste tu propia prisionera? ⊹₊⟡⋆